Valencia, España
Barcelona, España
Este trabajo se basa en dos realidades perfectamente contrastadas, como son la alta prevalencia de pacientes sometidos a terapia de anticoagulación que precisan tratamiento quirúrgico en podología y la aparición de cuatro fármacos anticoagulantes de nueva generación:
– Dabigatrán (Pradaxa®).
– Rivaroxabán (Xarelto®).
– Apixabán (Equilix®).
– Edoxabán (Lixiana®).
El primero es un inhibidor directo de la trombina y los tres siguientes actúan inhibiendo el factor Xa de la coagulación.
La finalidad de su empleo es conseguir un equilibrio entre el riesgo de trombosis en caso de eliminar la terapia anticoagulante en el perioperatorio o el riesgo hemorrágico en caso de su mantenimiento, evitando así la TVP y las consecuencias de FA.
Todos estos fármacos comparten cuatro características comunes:
– No precisan de una monitorización rutinaria.
– Poseen un efecto anticoagulante predecible.
– Tienen bajo potencial de interacciones.
– Su eficacia es similar a lo anticoagulantes inhibidores de la vitamina K.
En relación con su empleo e indicaciones, se ha realizado una revisión de las diferentes guías confeccionadas por prestigiosas sociedades científicas, como son:
– Sociedad Española de Anestesia y Reanimación (SEDAR).
– American College of Chest Phisycians (ACCP).
– European Society of Cardiology (ESC).
– American College of Cardiology (ACC).
– American Heart Association (AHA).
– Asociation Francaise du Anestesiology (SFAR).
De su análisis, obtenemos las siguientes conclusiones:
– La pauta más habitual consiste en suspender la pauta antitrombótica 24/48 horas previa intervención, y se repondrá a las 12/24 horas siguientes a su finalización.
– El mayor riesgo lo componen pacientes con stent coronario reciente o infarto agudo de miocardio menor a seis meses.
– El menor riesgo lo tenemos en pacientes afectados por ictus o infarto en un periodo superior a 12 meses.
– La calificación de la cirugía podológica como de bajo riesgo, tanto hemorrágico como trombótico.
– La existencia de múltiples estudios observacionales de gran variabilidad en la práctica clínica que no permiten obtener resultados concluyentes.
– La importancia de mantener una relación profesional próxima entre el podólogo y el especialista vascular.
– Decisión de cómo y cuándo instaurar terapia puente heparínica, si se precisase.
– La dosificación adecuada en relación con el fármaco y patología tratada.
– El empleo de antídotos en caso de riesgo hemorrágico inminente de probada efectividad (idarucizumab y andexanet alfa).