El uso de la crioterapia en el tratamiento de la espasticidad ha sido muy discutido a lo largo de la historia e incluso hoy en día se sigue cuestionando su utilidad. Son muchos los factores evaluados como posibles desencadenantes del efecto beneficioso de esta terapia en el tratamiento de los individuos espásticos, tales como estímulo cutáneo, enfriamiento muscular o la ruptura del ciclo dolor-espasmo-dolor. Sin embargo, no hay unanimidad entre los investigadores al establecer el mecanismo a través del cual el frío puede disminuir la espasticidad. Un punto en común, en el que todos los investigadores coinciden, es que no debe ser considerado como una panacea, porque si bien, en la mayor parte de los pacientes, tras la aplicación de frío, aparece una disminución de la espasticidad, la duración de ésta no sobrepasa las 2 horas. Por lo tanto, la crioterapia debe ser considerada como un método coadyuvante a otras terapias cuya finalidad será facilitar la aplicación de las mismas. Además, hay que considerar que en una minoría de pacientes espásticos en los que se aplica la crioterapia, no se producen cambios e incluso, hay descritos en la literatura casos de aumento de espasticidad debido a dicha aplicación.