Manuel A. Sanabria Carretero, O. Díaz, Jesús Varela Mallou , Teresa Braña Tobío
Muchos de los pacientes que acuden a los tratamientos por consumo de drogas acusan una serie de problemas solapados, a veces, por la propia adicción y que llegan a condicionar el resultado final de la intervención terapéutica. Para precisar la incidencia de algunos de esos problemas estudiamos una muestra de 210 sujetos adictos sometidos a tratamiento (83% varones y 17% mujeres) tratando de interrelacionar diferentes tipos de problemas (legales, laborales, económicos, familiares, psicopatológicos, etc.) con su evolución terapéutica. Una de las variables que con más consistencia parece predecir los resultados del tratamiento es precisamente el nivel de sintomatología depresiva aducido por el propio paciente. Para valorar más la incidencia de esta variable fueron comparados los pacientes con sintomatología depresiva (75 sujetos) con los carentes de esos síntomas (135 sujetos). Los datos indican que los pacientes con sintomatología depresiva tienen un ambiente familiar más problemático y conflictivo, diferenciándose de manera significativa de aquellos otros carentes de dichos síntomas, lo que parece añadir más complicaciones a su recuperación. A juzgar por estos datos, sería conveniente diversificar los tratamientos con intervenciones expresamente dirigidas al abordaje de la sintomatología depresiva y problemática familiar de cara a optimizar los resultados de la intervención.
Many of the patients who undertake treatment for drug consumption reveal a series of overlapping problems, sometimes due to their own addiction. These problems influence the final results of therapeutic supervision.
In order to accurately determine the influence of some of these problems, we studied a sample of 210 addicts subjected to treatment (83% males and 17% females), trying to correlate the various types of problems (legal, vocational, economic, psychopathologic as well as family problems, etc.) with their therapeutic evolution.
One of the variables which seems most consistently to predict treatment results is precisely the level of depressive symptomatology shown by the patient. To more accurately assess the influence of this variable, we compared 75 subjectpatients, all of them presenting depressive symptomatology, with 135 patients who did not. The data indicated that patients with certain levels of depressive symptomatology came from more problematic and conflictive family environments, a significant difference from those who did not present those symptoms. This seems to complicate their recovery.
Judging by the data, it would be advisable to diversify treatment, with procedures that specifically address depressive symptomatology and family environment, with the aim of optimizing treatment results.