La diálisis está plenamente justificada como tratamiento de la enfermedad renal crónica terminal. No obstante, este tratamiento puede ser desproporcionado en la atención a algunos pacientes si no aporta una mejora de la calidad o de la esperanza de vida.
En estos casos, una indicación adecuada contempla la realización de un tratamiento individualizado, conservador y paliativo, sin diálisis, adaptado a las necesidades de la persona que se realiza en una consulta de tratamiento renal conservador.