El sistema sanitario se enfrenta en los principales países desarrollados a cambios muy importantes que tienen entre sus principales causas la evolución tecnológica y el envejecimiento de la población. Este último, además, es, junto con el fenómeno migratorio, el hecho social más relevante del principio del siglo XXI. El envejecimiento plantea nuevos retos, especialmente en relación con los profesionales de la salud que han recibido una formación poco adaptada a los nuevos conocimientos en relación a las necesidades y particularidades de las personas mayores. Nuevas, o no tan nuevas, especialidades como la Geriatría que cobran relevancia. Nuevos roles, especialmente para la enfermería, y mayor papel de los otros profesionales de la salud como fisioterapeutas o terapeutas ocupacionales.
El objetivo de este artículo es reflexionar sobre el impacto del envejecimiento de la población en las profesiones y los profesionales de la salud.
Según el censo de población de 2001, el 17,01% de la población tenía 65 o más años. Según el mismo censo, el porcentaje de personas entre 0 y 14 años y entre 15 y 64 era del 14,52 y del 68,44, respectivamente.
La salud subjetiva declina con la edad, pero este decremento es más importante en los mayores de 75 años que en los de 65 a 75 años. Según los datos de la Encuesta Nacional de Salud del año 2003, en el grupo de edad de 60-64 años el porcentaje de personas con un estado de salud autopercibido bueno o muy bueno era del 51,2% y entre los de 65-69 años del 46,3%. Se encuentran diferencias poco importantes en la prevalencia del buen estado de salud autopercibido entre la población de 75-79 años (36,3%) y aquella que tiene 80 y más años (36,0%).
Los hombres muestran una autopercepción de su estado de salud significativamente mejor que las mujeres.
La formación, especialmente de los médicos, está orientada al diagnóstico y a la resolución de los problemas agudos, olvidando a menudo el manejo de los aspectos más crónicos de la enfermedad o de las consecuencias que de ella se derivan como el dolor, el delirio o la discapacidad. Los problemas propios de las personas mayores, como las caídas o las demencias, a veces de difícil manejo, son poco o sólo parcialmente conocidas por los profesionales no especializados en Geriatría.
El envejecimiento de la población ha provocado una mayor demanda de uso de servicios, con una mayor necesidad de recursos humanos. Este aumento de necesidades afecta a muchos profesionales dada la complejidad y variedad de servicios que las personas mayores utilizan. Este crecimiento de la demanda de profesionales exige una adecuada oferta de los mismos que no siempre está garantizada.
La especialización médica ha sido fundamental en la mejora del sistema sanitario y la formación de médicos residentes, a pesar de sus desigualdades, la mejor baza para la mejora del sistema en las últimas dos décadas. Sin embargo, al mismo tiempo, la especialización ha provocado una segmentación de los profesionales y en ocasiones un cierto corporativismo “de especialidad”. La idea de la especialización ha disminuido el valor de la polivalencia que representan algunas especialidades generalitas como la medicina de familia, la propia medicina interna o en cierta medida la especialidad de geriatría. Al mismo tiempo que en la formación especializada en geriatría hay que insistir en la formación básica en geriatría para todos los médicos en el pregrado y, sea cual sea el modelo final, en la formación de todas las especialidades médicas.
En el cuidado del paciente geriátrico la enfermería desempeña un papel muy relevante. Su rol es muy importante en todos los niveles asistenciales (cuidados agudos o atención ambulatoria) y en los aspectos preventivos, pero es determinante en los cuidados de larga duración tanto a domicilio como en el medio institucional, y es en este colectivo donde descansa la garantía de los cuidados continuados.
The healthcare system faces, in the most developed countries, very important changes that stem from reasons such as the technological evolution and the population ageing. The last one is, besides, along with the migratory phenomenon, the most relevant social fact in the beginnings of the XXIst century. Aging brings about new challenges, especially when it comes to healthcare professionals that have received a training that barely fits the new scope of knowledge related to the needs and particularities of aging people. New or not so new specialties like geriatrics become relevant.
New roles, especially in nursing, and a greater importance of other healthcare professionals like physiotherapists and occupational therapists are coming alight.
The goal of this article is to think about the impact of the population aging on healthcare professions and professionals.
According to the 2001 population census, 17,01% of population was 65 or over. As reported through the same census, the percentage of people between 0 and 14 years old and 15 and 64 years old was 14,52 for the first case and 68,44 for the second one.
Subjective health declines as we age, but this decrease is more important among people over 75 years old than among those between 65 and 75. According to the data provided after the 2003 Health National Survey, in the group aged 60-64, the percentage of people with a good or very good auto-perceived health status was 51,2%, and that among those people aged 65-69 was 46,3%. Slight differences are found in the prevalence of the auto-perceived good health status between the 75-79 years old population (36,3%) and that of 80 years old and over (36,0%). Men show an autoperception of a significantly better health status than that reported by women.
The training, especially for medical doctors, focuses on the diagnostics and the solving of acute conditions, while often forgetting to handle the chronic features or the consequences of the diseases, such as pain, delirium and incapacity. The problems genuine to old people like falls or dementias, sometimes difficult to manage, are poorly or only partially known by non geriatric specialized professionals.
The population aging has fostered a greater demand of the use of services, with a greater need of human resources. This increase of needs affects many professionals given the complexity and variety of services that old people use. This growth of the demand of professionals requires a proper offer of the last ones that is not always warranted.
The medical specialization has been a cornerstone in the improvement of the healthcare system and the training of the resident physicians, despite their inequalities, the best way to improve the system during the last two decades. However, in the meantime, the specialization has boosted a segmentation of professionals and sometimes certain “specialty” corporativism. The idea of “specialization” has decreased the value of the polyvalence that represent some generalist specialties like the Family Medicine, the own Internal Medicine or, to a certain extent, the specialty of Geriatrics. The focus must be both on the specialized education in geriatrics and the basic one for every medical student and, whatever the final model, on the training of all medical specialties.
When it comes to the geriatric patient care, nursing plays a major role. Its role is very important at all assistance levels (acute care and ambulatory assistance) and in every preventive feature, but it is crucial for both at home and in-hospital long lasting treatments; it is, thus, the collective harboring the warranty for continued care services.