Isaac Amigo Vázquez
El cuidado por la apariencia personal no es una preocupación exclusiva de nuestra sociedad sino que, probablemente, está en la naturaleza social del hombre la necesidad de adaptar su apariencia a la de aquellos con los que convive para sentirse integrado en su grupo de referencia. En nuestra cultura el cuerpo ha adquirido un valor añadido, porque vivimos en una sociedad individualista en la que la imagen personal ha entrado a formar parte de una sociedad de mercado.
Un cuerpo adaptado a las características ideales que más se valoran en nuestra sociedad puede facilitar el éxito personal, social o laboral. En este trabajo se analizan tres componentes fundamentales de nuestra buena imagen personal y su relación con la salud. El cuerpo delgado forma parte de nuestro mito de la belleza. Siendo la delgadez una forma de mantener la salud, se constata que los métodos que la población utiliza para perder peso pueden tener múltiples efectos yatrogénicos. En concreto, el uso de dietas hipocalóricas que provocan el llamado efecto yo-yo se ha relacionado con un incremento de la mortalidad por todas las causas y, en particular, por accidentes cardiovasculares y cáncer. Pueden provocar la ganancia continuada de peso en algunas personas y son la puerta de entrada, que no la causa, de los trastornos de alimentación como la anorexia, la bulimia o el trastorno por atracón. Por otra parte, revisamos también la contradicción entre la salud y el logro de un cuerpo atlético. La actividad física realizada convenientemente afecta siempre de un modo positivo a todos los sistemas fisiológicos del organismo humano.
Sin embargo, la actividad física necesaria para optimizar la salud es mucho menor de la que se requiere para tallar muscularmente el cuerpo. Y así, se ha constatado que cargas de trabajo físico muy intensas y, sobre todo, realizadas de un modo irregular u ocasional se asocian al incremento de la patología cardiovascular. Es por ello que un cuerpo bien tonificado, aunque responde a una buena imagen personal, no siempre es un sinónimo de salud. Finalmente, también hemos analizado la necesidad de estar bien psicológicamente para mantener esa buena imagen personal. Sin embargo, de nuevo se constata que los medios que se utilizan para estar bien anímicamente han derivado en el uso lúdico o cosmético de los fármacos, con lo que se busca no evitar el malestar sino estar mejor que bien. Y este uso de los fármacos no está exento de efectos secundarios, muchos de los cuales aún no se conocen debido a la novedad de esta forma de consumo.
Caring for personal looks is not an exclusive concern to our society but, probably, it takes root in the social nature of the human being of adapting his/her appearance to that of the people among which he/she lives, to feel integrated within the reference group. In our culture, the body has got an added value because of this individualistic society of us, in which the personal look has entered the market society. A body adapted to our society’s sought after ideal features can boost the personal, social or labor success. In this article, a closer look is taken to three basic compounds involving our fine personal image and its relation to health. The thin body takes part in our beauty myth. While thinness is a way to keep oneself healthy, one can see that the methods of which people make use to lose weight can bring about several iatrogenic effects. Concretely, being placed on hypocaloric diets that induce the so called jo-jo effect has been related to increased rates of mortality from every cause and, in particular, from cardiovascular accidents and cancer. They can end up by a continued weight gain involving many people and make up the entrance door, but not the cause, for eating disorders such as anorexia, bulimia or the binge eating disorder. On the other hand, we reflect on the contradiction between health and the fact of shaping an athletic body. Well carried physical activity has always a positive effect on the physiological systems of the human organism. However, the necessary physical activity to achieve optimum health levels comes, by far, to a lesser extent than that needed to highlight muscularity. Thus, it has been shown that very intense physical routines, above all when they are practiced irregularly or occasionally, are associated to the increase of cardiovascular disease. Therefore, a well toned body, though related to a good personal image, is not always synonymous to health. Finally, we have also analyzed the need of keeping a good psychological state in order to hold that good personal image. Notwithstanding, one can see again that the ways through which people try to feel fine have brought about a recreational or cosmetic use of drugs, just not only trying to avoid discomfort but being more than fine. And this use of drugs is not free of side effects, many of which get hidden because of the newness of this kind of consumption.