Vivimos en un mundo envejecido. Aunque este fenómeno es universal, la situación española y europea es aún más acusada. Una de las condiciones que acompañan al ser humano en gran parte de su vida es el trabajo; el trabajo está considerado como una de las más importantes fuentes para atender a las necesidades (tanto primarias como secundarias) humanas (tanto individuales como sociales). A lo largo del siglo XX, la regulación del trabajo ha tratado de ajustar las necesidades sociales a las individuales (y viceversa), reduciendo cualquier tipo de abuso o explotación y tratando de hacer compatibles ambas. En ese orden de cosas, ha surgido la regulación de la edad de acceso al trabajo, lo mismo que la de su finalización, mediante la jubilación; pero, mientras que el acceso al trabajo se hace por razones bio-psico-sociales, la jubilación forzosa se ajusta más a unos estándares sociohistóricos que pueden considerarse superados por la extensión de la propia vida y el desarrollo del individuo, de manera que cabe preguntarse si la jubilación forzosa no es una institución “edaista” que va en contra de los derechos del individuo y, lo que es peor, si no produce efectos nocivos. En el presente trabajo se trata de presentar algunos datos relevantes sobre el envejecimiento de la población, examinar la situación de la jubilación en los países de nuestra órbita en la actualidad y sus proyecciones futuras y, finalmente, analizar algunos de los efectos de la jubilación sobre la salud.
Tras examinar algunos datos sociodemográficos sobre población, fertilidad, esperanza de vida y esperanza de vida libre de discapacidad, cabe concluir que en los años venideros el envejecimiento poblacional seguirá incrementándose y tendrá necesariamente que repercutir tanto en la institución de la jubilación (ampliándola o flexibilizándola) como en las previsiones sobre atención sanitaria, con las consiguientes incógnitas sobre los distintos patrones más o menos favorables o desfavorables. En el caso de que en los distintos países se introduzcan las políticas establecidas por el MIPAA y la Organización Mundial de la Salud, probablemente caminaremos hacia un envejecimiento más activo y productivo.
Una vez planteados los aspectos más importantes del envejecimiento individual, puede concluirse que existe una enorme variabilidad en las formas de envejecer y que, mientras unos individuos mayores cuentan con un alto funcionamiento físico, cognitivo y emocional-social, lamentablemente otros presentan serios déficits.
Además, la entrada tardía al trabajo y la jubilación anticipada y la forzosa crean un panorama en el que, en un mundo envejecido -con una alta esperanza de vida y una baja esperanza de vida con discapacidad- se trabaja cada vez durante menos tiempo. La conclusión más general es que tanto desde una perspectiva poblacional como individual la promoción del envejecimiento activo se manifiesta como la mejor manera de abordar un mundo envejecido en el que las personas mayores participen activamente, así como que la institución de la jubilación es una traba para un envejecimiento activo.
Tras revisar los estudios empíricos sobre los efectos de la jubilación (de distintos tipos) en distintos parámetros de salud, los resultados resumidos por Shim son los siguientes: 1) la evidencia empírica ni apoya ni contradice que la jubilación obligatoria, a la edad establecida, sea un factor de riesgo de mortalidad; 2) existe evidencia mezclada en contra de que la jubilación anticipada sea un factor de riesgo de mortalidad y, por último, 3) existe evidencia mezclada que apoya que la jubilación que se produce por razones de salud sea un factor de riesgo de mortalidad.
Por otra parte, tras revisar también los estudios existentes entre actividad y salud, puede concluirse que tal vez los efectos atribuidos a la jubilación no sean más (ni menos) que los referidos a la actividad, la ocupación y la implicación, como ingredientes básicos -pero no exclusivos- del trabajo que determinan sobrevivencia y, en contraposición, su déficit, un coadyuvante de mortalidad y de mala salud.
Igualmente se describen los trabajos que tratan de examinar los efectos de la jubilación sobre el funcionamiento cognitivo y se concluye que son el tipo de trabajo, las condiciones individuales del propio proceso de jubilación (la voluntariedad, el control, etc.) y las ocupaciones y actividades que siguen tras la jubilación, las fuentes de variación de los resultados tanto sobre la salud (física y mental) como sobre el funcionamiento cognitivo.
Por último, con base en los ingredientes esenciales procedentes del individuo (su control), del trabajo (su mayor o menor estimulación) y las acciones que por parte del individuo siguen a la jubilación, se diseñan distintas trayectorias de los efectos de la jubilación.
Las conclusiones sobre la visión del trabajo y la jubilación que aquí se plasman están en sintonía con las recomendaciones del II Plan Internacional de Acción sobre el Envejecimiento, con la investigación actual sobre envejecimiento activo y con las perspectivas de la Organización Mundial de la Salud sobre la salud en la vejez y, por tanto, pretenden incrementar el bienestar y la calidad de vida en las personas que envejecen
phenomenon is universal, the Spanish and European situation is still more noticeable. One of the conditions that accompany the human being most of his life is work; work is respected as one of the most important sources to tend to the individual and social human needs, both primary and secondary. Along the 20th century, the regulation of work tried to adjust the social needs to the individual ones and vice versa, reducing any type of abuse or exploitation and trying to make them both compatible. In this context, the age regulation regarding work access and also work end through retirement has taken place; but, while the access to work is done for bio-psycho-social reasons, the compulsory retirement has more to do with some socio-historical standards that can be considered surpassed by the extension of the own life and the development of the individual, so that one may wonder whether the compulsory retirement is an “ageist” institution that goes against the rights of the individual and, what is worse, whether it produces harmful effects. This paper aims at introducing some prominent data on the population aging to examine the current and future situation of retirement in the neighbor countries of us and finally, analyzing some of the effects of retirement on the health. After examining some socio-demographic data on population, fertility, life expectancy and disabilityfree life expectancy, one can tell from them that in the next years the population aging will keep on increasing and therefore have an impact on the institution of retirement (broadening it or relaxing it) as in the forecasts on health care, with the consequent uncertainties on the different patterns more or less favorable or unfavorable. In case that several countries embrace the politics established by the MIPAA and the World Health Organization, we will probably walk toward a more productive and active aging. Once introduced the most important features of individual aging, it can be concluded that a vast changeability in the ways of aging exists and that, while some older individuals count on high emotional-social, cognitive and physical functioning, others show serious shortages.
Besides, the late access to work, the early retirement and the compulsory one create an outlook in which, in an aging world -with a high life expectancy and a low disability-free life expectancy- people work less and less. The overall conclusion is that both from a population and individual perspective, the promotion of active aging seems to be the best way to undertake an aging world in which older people actively participate, and that the institution of retirement is an obstacle for such goal. After reviewing the empirical studies on the effects of different types of retirement involving different health parameters, the results summarized by Shim are the following:
1) the empirical evidence neither supports nor it contradicts that the obligatory retirement, at the established age, is a mortality risk factor; 2) mixed evidence against the fact that the early retirement is a mortality risk factor exists and, finally, 3) mixed evidence that supports that the retirement caused by health reasons is a mortality risk factor exists. On the other hand, after reviewing the existing studies relating activity and health, it can be concluded that perhaps the effects attributed to retirement are nothing more and nothing less than the ones relating the activity, the occupation and the involvement, as core ingredients -but nonexclusive- of work that determine survival and, in comparison, their shortage, could be a coadjuvant of mortality and bad health. Likewise, the studies that try to examine the effects of retirement on the cognitive functioning are described and the conclusions are that the type of work, the individual conditions of the own process of retirement (the wilfulness, the control, etc.) and the occupations and activities that follow the retirement are the sources of variation of the results on the physical and mental health as well as on the cognitive functioning. Finally, based on the essential ingredients originating in the individual (his/her control), in the work (greater or smaller stimulation) and the actions that on the part of the individual follow the retirement, different life paths after retirement when it comes to its effects are designed. The conclusions on work and retirement that are expressed here are in keeping with the endorsements of the II International Plan of Action on Aging, involving the current research on active aging and the perspectives of the World Health Organization on old age health and, therefore, they intend to increase the welfare and life quality of older people.