En conclusión, es difícil determinar en qué medida la dieta es responsable del mantenimiento de la salud de la población. Las recomendaciones nutricionales pretenden prevenir el desarrollo de enfermedades crónicas y degenerativas, con el fin de promocionar la salud de los individuos. En este contexto nace la idea de dieta sana para el mantenimiento, entre otros, de la salud ósea. Hasta la fecha no existe una evidencia científica definitiva para establecer recomendaciones firmes en la relación dieta y salud ósea, con la excepción del calcio y la vitamina D. En el caso del calcio, se deben recomendar suplementos del mineral en poblaciones con ingesta inferior a 400-500 mg/día. Por el momento, se necesitan más estudios para establecer si el aumento de la ingesta de calcio en individuos con dietas suficientes y en poblaciones con bajo riesgo de fractura supone un beneficio adicional para el hueso. Con respecto a la vitamina D, la evidencia demuestra que los individuos a riesgo de presentar déficit, como son los ancianos que viven en residencias, deben recibir suplementos orales de esta vitamina. Sin embargo, se desconoce en el momento actual si mejorar el estado de esta vitamina en estos grupos vulnerables es una estrategia poblacional eficaz para prevenir la osteoporosis en el futuro. Para el resto de los componentes de la dieta, su relación con la salud ósea permanece en discusión. Las recomendaciones de dieta adecuada para promocionar la salud y evitar las enfermedades crónicas también son válidas para la osteoporosis. Estas medidas incluyen el consumo habitual de fruta, verdura y productos lácteos, sustituir la carne por productos de granja, pescado y legumbres, y reducir el contenido de sal, café y alcohol de la dieta.
In conclusion, it is difficult to determine to what degree diet is responsible for health maintenance of the population. Nutritional recommendations aim to prevent the development of chronic and degenerative diseases in order to promote the individual's health. The idea of a healthy diet for maintenance, among others, of bone health arises in this context. Up to now, there is no definitive scientific evidence to establish firm recommendations on the diet and bone health relationship, except for calcium and vitamin D. In the case of calcium, mineral supplements should be recommended in populations with intake less than 400-500 mg/day. At present, more studies are needed to establish if the increase of calcium intake in individuals with sufficient diets and in populations with low risk of fracture mean an additional benefit for the bone. In regards to vitamin D, the evidence demonstrates that individuals at risk of having a deficit, as the elderly who live in residences, should receive oral supplements of this vitamin. However, at present, it is unknown if improving the state of this vitamin in these vulnerable groups is an effective populational strategy to prevent osteoporosis in the future. For the rest of the diet components, their relationship with bone health is still under debate. Recommendations of adequate diet to promote health and avoid chronic diseases are also valid for osteoporosis. These measures include usual intake of fruit, vegetables and lactic products, substitute mean with farm products, fish and pod vegetables and reducing salt content, coffee and alcohol in the diet.