David L. Katz
La medicina alternativa y complementaria (MAC) es cada vez más popular. Cada vez más los pacientes comparten la toma de decisiones sobre el cuidado de su salud con sus médicos. A la par, el gran hincapié que se hace desde la medicina convencional en los principios de la práctica basada en pruebas lleva a muchos médicos a rechazar las MAC en su totalidad. A pesar de que éstas presentan deficiencias derivadas de su falta de pruebas, estas carencias no son universales ni uniformes, ni son realmente distintivas respecto de la medicina convencional, en la que también se dan en abundancia.
La reticencia de muchos médicos alopáticos al uso de las MAC provoca no su abandono por parte de los pacientes, sino su ocultamiento. Como resultado, ambas medicinas discurren en paralelo tras un muro de silencio y de peligrosa ignorancia. Reconociendo que la evidencia ha de generarse de manera continua, que las necesidades del paciente a menudo sobrepasan los límites de la evidencia médica, que la autonomía del paciente es incuestionable, que tanto las MAC como la medicina convencional incluyen prácticas de verdadero mérito y otras de ninguno, y que lo mejor es orientar a los pacientes desde una visión que abarque el espectro de opciones razonables más amplio posible, seremos capaces de tender un puente entre las dos posturas. La medicina integrativa, fusión de la medicina convencional y de las MAC, es ese puente.
Complementary and alternative medicine (CAM) is increasingly popular. More and more, patients share in health care decision-making with their providers.
Concomitantly, an increasing emphasis in conventional medicine on principles of evidence-based practice induces many physicians to reject CAM wholesale. While CAM is handicapped by deficiencies in the underlying evidence, these deficiencies are neither uniform nor universal, nor does this truly distinguish CAM from conventional medicine, where evidence gaps are also abundant.
Nonetheless, reticence about CAM among conventional physicians abounds, causing patients not to abandon these practices, but to keep them secret. The result is health care on either side of a divide of silence, and dangerous ignorance. By recognizing that evidence falls on a continuum, that patient need often extends beyond the edge of evidence, that patient autonomy is here to stay, that CAM and conventional medicine both harbor practices of genuine merit, and practices of none, and that we are at our best when guiding patients toward what is best for them from among the widest possible array of reasonable choices, we may bridge that divide. Integrative medicine, the blending of conventional medicine and CAM, is that bridge.