Los bloqueadores betaadrenérgicos constituyen un grupo farmacológico antiguo, aunque no obsoleto, con múltiples aplicaciones tanto en el ámbito de la patología cardiovascular como en otras enfermedades. Siguen siendo medicamentos de primera elección para el tratamiento de la hipertensión arterial y la cardiopatía isquémica por su excelente relación coste-efectividad. El temor a los efectos adversos y el desarrollo de nuevos fármacos han condicionado su progresiva infrautilización en atención primaria.