El trabajo a turnos puede ser un factor de riesgo para la salud (alteraciones del sueño, enfermedades gastrointestinales y cardiovasculares, lesiones por accidentes laborales) y el bienestar (interferencia de los horarios laborales en los ritmos sociales y las relaciones personales, etc.), debido al modo en que influye en los ritmos biológicos y los estilos de vida de los individuos. También se produce un efecto negativo sobre el rendimiento laboral (aumento de los errores y de los accidentes). Los cambios de turno pueden influir sobre el control y la evolución de enfermedades crónicas como la diabetes o el asma, siendo necesario ajustar los planes terapéuticos. Las medidas preventivas han de ir dirigidas a reducir los factores de riesgo, a detectar síntomas y signos de intolerancia al trabajo a turnos y a fomentar hábitos saludables.