Inés García Bouyssou, Jordi Queralt Segura, X. Urra, J.A. Cruz, A. Alba, S. Rudilosso, A. Renú, L. Llull, S. Amaro, Víctor Obach, Ángel Chamorro Sánchez
Objetivo Describir la viabilidad, la seguridad y la eficacia de un enfoque multidimensional para fomentar la actividad física precoz después de un ictus isquémico.
Materiales y métodos Estudio de casos y controles que compara los resultados en los pacientes ingresados en la unidad de ictus antes y después de establecer un protocolo de fomento de la actividad física mediante la incorporación de un ejercicio aeróbico usando un cicloergómetro, y la facilitación de información verbal y escrita sobre los beneficios de la actividad física. La medida principal del estudio fue la actividad física realizada a los 3 meses usando el International Physical Activity Questionnaire.
Resultados Incluimos 93 pacientes (60 controles y 33 en el grupo activo). La actividad física previa al ictus era baja. Las 126 sesiones de cicloergómetro se toleraron bien. A los 3 meses del ictus, la actividad física fue mayor (693 vs. 462 MET-min/semana; p=0,039) y el tiempo de sedestación, menor (2.100 vs. 2.520min; p=0,009) en el grupo activo.
Conclusiones A pesar de un conocimiento apropiado de los beneficios del ejercicio sobre la salud, la actividad física es baja después del ictus. Un enfoque multidisciplinar, combinando ejercicio precoz e información individualizada, puede incrementarla.
Objective To describe the feasibility, safety, and efficacy of a multidimensional approach to promote physical activity soon after ischaemic stroke.
Materials and methods Case-control study comparing the outcomes in consecutive patients admitted to a stroke unit before and after implementing a physical activity promotion protocol by performing aerobic exercise using a cycle ergometer, and informing them on the benefits of physical activity. The primary outcome measurement was physical activity at 3 months using the International Physical Activity Questionnaire.
Results A total of 93 patients were included (60 controls and 33 in the active group). Pre-stroke activity was low. A total of 126 cycle ergometer sessions were well tolerated. At 3 months, post-stroke physical activity was greater (693 vs. 462 MET-min/week; P=.039) and sedentary time shorter (2,100 vs. 2,520min; P=.009) in the active group.
Conclusions Despite proper knowledge of the health benefits of exercise, physical activity is low after stroke. A multidisciplinary approach combining early exercise and individualised information on its benefits may increase physical activity after stroke.