Ana Anguas Gracia, Francisca Martínez Lozano, Fernando Urcola Pardo, Ángel Gasch Gallén
El análisis de la percepción que las personas tienen de su estado de salud y su entorno forma parte de las actuales competencias enfermeras. La correcta utilización de instrumentos de valoración, capaces de analizar las variaciones producidas en las dimensiones de calidad de vida (CV) de los pacientes tras una intervención quirúrgica o un proceso asistencial, garantiza unos cuidados de calidad. Cuidados que, por otra parte, son muy valorados por los pacientes oncológicos, que deben aprender a convivir con las alteraciones físicas, psicológicas, emocionales y sociales derivadas de la enfermedad y/o del tratamiento. En los pacientes con cáncer de vejiga músculo invasivo, el tipo de derivación urinaria realizada tras una cistectomía radical va a condicionar la presencia de estas alteraciones, mermando en mayor o menor medida su CV. En España, el informe de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), basado en el informe GLOBOCAN 2012, señala que los tumores de la vejiga (CIE-10: C67) son la cuarta causa de morbimortalidad por causa tumoral, con una razón de sexo de 7 hombres por cada mujer. En lo que respecta a Aragón, la lista reducida del Instituto Nacional de Estadística (INE) de 2012, señala que es la comunidad autónoma con más registros en este tipo de cáncer, colocándolo en el cuarto puesto de incidencia en los varones y el octavo en las mujeres, siendo una de las enfermedades que más años potenciales de vida perdidos genera.
Estas cifras nos llevan a proponer, como complemento del sistema de valoración vigente, el uso de instrumentos de análisis de calidad de vida relacionados con la salud (CVRS) específicos, que ayudarán a satisfacer las expectativas del usuario. La diferencia en la elección de los mismos viene determinada por el enfoque modular desarrollado por diversos grupos de trabajo, entre los que destacamos la Organización Europea para la Investigación y Tratamiento del Cáncer (EORTC). Nuestra intención ha sido comprobar si el módulo específico para pacientes con cáncer de vejiga músculo invasivo, EORTC QLQ-BLM30, es una herramienta adecuada de valoración de CV, convirtiéndose en un buen predictor de aquellas dimensiones en riesgo de vulnerabilidad tras la cirugía, permitiendo anticipar nuestras intervenciones a la instauración de determinados déficit de autocuidado. Este módulo ha superado la fase III de validación y se han iniciado las pruebas de campo con ensayos clínicos del Grupo Cooperativo de Tracto Genito-Urinario (EORTC) y otros investigadores colaboradores, entre los que estamos incluidos con nuestra población, por lo que nuestro principal objetivo ha sido analizar su fiabilidad y validez.
Metodología:
Estudio de validación del cuestionario de CV EORTC QLQ-BLM30 en pacientes sometidos a una cistectomía radical en un hospital de referencia de Aragón, desde el 1 de julio de 2012 hasta el 30 de junio de 2013. La población fue de 44 sujetos.
Este estudio fue aprobado por el Comité Ético de Investigación Clínica de Aragón (CEICA) y por la Subdirección de Enfermería del hospital del referencia. Los instrumentos utilizados fueron el test de Pfeiffer para la discriminación de la capacidad cognitiva y los cuestionarios genérico EORTC QLQ-C30 y específico QLQ-BLM30 para la valoración de la CV. Los tres fueron entregados antes de la intervención quirúrgica y, para el retest, a los ocho meses de la misma. Las variables analizadas fueron: sociodemográficas (edad y sexo), tipo de derivación urinaria utilizada (Bricker, Hautmann o Mainz), hábito tabáquico, interacciones ambientales del entorno laboral, red de apoyo y capacidad para el autocuidado. Para el análisis estadístico de la población con las variables estudiadas se utilizaron frecuencias, porcentajes, medias y desviación estándar; el alfa de Cronbach para el análisis de fiabilidad del cuestionario QLQ-BLM30, verificando su consistencia interna en cada dimensión; y un análisis factorial exploratorio de componentes principales y rotación Varimax para la validez de constructo. El tratamiento de datos se llevó a cabo con el software estadístico del programa SPSS para Windows, versión 21.0.
Resultados:
El 79,55% de nuestra población fueron varones. La media de edad de 67,45 años (DE ± 10,65), comprendió edades entre 48 y 84 años. En el 72,73% de los casos se optó por una derivación urinaria tipo Bricker, en el 25% fue tipo Hautmann y en el 2,27% tipo Mainz II.
Respecto al hábito tabáquico un 70,45% de la población había fumado en algún momento de su vida. Se corroboró la presencia de productos tóxicos en el medio laboral en el 31,82% de las ocupaciones. El 97,73% de los pacientes afirmaron poseer red de apoyo. El 93,18% demostró ser apto para su autocuidado.Respecto a la validación del módulo QLQ-BLM30 en la primera aplicación del cuestionario se obtuvo un coeficiente de fiabilidad de Cronbach de 0,88 para la escala global. En las agrupaciones de ítems que componen las 7 dimensiones del cuestionario, este dato osciló entre 0,899 en Síntomas urinarios y 0,171 en Problemas con la imagen corporal. En la segunda aplicación de la prueba, se observaron valores de fiabilidad muy altos, tanto en la Escala global (α=0,93) como en las subescalas, con la excepción de Síntomas de función sexual (0 ,169). En la primera aplicación del análisis factorial para comprobar la validez de constructo se observó la existencia de seis posibles dimensiones que explicaron un 86,3% de la varianza total del cuestionario. En la segunda aplicación, se observó la existencia de tres posibles dimensiones, que explicaron un 83,5% de la varianza total del cuestionario.
Conclusiones:
Nuestra población presenta características sociodemográficas y de autocuidado similares al resto de estudios de CV en pacientes cistectomizados, permitiendo su comparación. Se corrobora que el módulo específico de valoración de calidad de vida en pacientes con cáncer de vejiga músculo invasivo, se revela como una herramienta fiable, pero aún no válida, para la localización de dimensiones en riesgo de vulnerabilidad tras una cistectomía radical. Medir de forma adecuada las dimensiones de calidad de vida implicadas en los diferentes procesos permitirá mejorar nuestros programas de salud, planes de cuidados, intervenciones enfermeras, planes terapéuticos y planes de acción social entre otros, haciéndolos más operativos.