Carlos Roncero , Pablo Vega Astudillo, José Martínez Raga, Marta Torrens Melich
La hepatitis C crónica (HCC) es una enfermedad de desigualdad que afecta desproporcionadamente a las personas desatendidas por la salud pública. Personas con antecedentes de uso de opioides o uso de drogas por vía parenteral (UDVP) se enfrentan a desigualdad y estigma. Un historia previa de inyección de drogas es un comportamiento que incrementa el riesgo de contraer el VHC. Hay una gran incidencia de HCC entre las personas se inyectan drogas. Hay más de 300,000 personas en España que actualmente se inyectan drogas o tienen antecedentes. Hay 150,000 personas en España con un historial trastorno de uso de opioides y la mayoría son UDVP o ex UDVP. Aproximadamente 80,000 personas usan los servicios para tratar el trastorno de uso de opioides cada año.
La presencia de HCC en esta población es de 47-85% (EMCDDA, 2015; Folch et al., 2013, 2016; Hahné et al., 2013; Ministerio de Sanidad Servicios Sociales e igualdad, 2013; Muga et al., 2015; Reyes-Urueña, Brugal, Majo, Domingo-Salvany, & Caylà, 2015; Roncero et al., 2011; Vallejo et al., 2015). Un 30% (entre el 15-45%) de las personas continúan inyectándose drogas durante el tratamiento, aun que muchas personas usan programas de intercambio de agujas y no comparten su equipo.
La tolerabilidad y efectividad de la terapia del HCC en el pasado ha limitado las intervenciones exitosas. Sin embargo actualmente hay nuevos tratamientos eficientes y accesibles.
En España, se han tratado un numero muy limitado de UDVP con HCC (Muga et al., 2015). En general, el tratamiento de los UDVP es menos probable que para otros pacientes. Muchos de los UDVP asumen que no pueden acceder al tratamiento para el HCC por sus problemas de salud y las desigualdades del sistema; probablemente hay una inutilidad percibida en solicitar pruebas de detección y participar en el tratamiento. Además, en el pasado la ausencia de nuevos tratamientos y el miedo a los efectos secundarios de las antiguas medicaciones usadas para el tratamiento de HCC, como el interferón, limitaba el acceso. Por otra parte, el escaso conocimiento sobre la infección del Virus de la Hepatitis C (VHC) y sus secuelas son limitaciones que se deben considerar. Estos problemas deben de ser solucionados con nuevas y diferentes formas de educación de la salud. Por ejemplo, el uso de grupos de apoyo conducidos por pares son probablemente de gran importancia. También se puede considerar la posibilidad de facilitar el diagnóstico por pares o el autodiagnóstico en ciertos establecimientos, incluyendo sitios informales y no clínicos como farmacias, programas de intercambios de jeringuillas y centros de servicios sociales.
La barrera más importante para el acceso al tratamiento del VHC para esta población es el enlace entre los centros de tratamiento de las drogodependencias y los centros que tratan el HCC (unidades o servicios de enfermedades infecciosas y/o de hepatología). La separación de estos servicios, que están definidos por la organización e infraestructura del sistema sanitario de España, es la mayor limitación para la administración con éxito del tratamiento de los pacientes con VHC. Estas limitaciones pueden ser solucionadas facilitando una colaboración entre las unidades que tratan a los pacientes adictos y los servicios de enfermedades infecciosas y/o hepatología, incluyendo el desarrollo de un protocolo conjunto para los profesionales sanitarios y los pacientes.
Es muy difícil entender cómo se puede tratar efectivamente a estos grupos ya que muchos de ellos no se relacionan con servicios sociales y sanitarios en absoluto, o solo con servicios para el tratamiento de la drogodependencia a los opioides. Se han descrito las siguientes causas que explicarían el acceso limitado al tratamiento del paciente: (1) bajo nivel de participación en el tratamiento, (2) baja participación en pruebas regulares del VHC, (3) clara ausencia de un protocolo claro desde los recursos para el tratamiento del trastorno de uso de opiáceos hasta los servicios de tratamiento del VHC para muchos pacientes (Figure 1).
Hay aproximadamente 150,000 personas en España con trastorno de uso de opiáceo y muchos de ellos también tienen un historial de inyección de drogas. De esta población, hay 80,000 personas que se relacionan con los servicios para el tratamiento de la drogodependencia, recibiendo TSO y otros tipos de intervenciones... Sin embargo, hasta la actualidad, pocos UDVP con VHC en España han sido tratados. Las razones por las que el numero de UDVP tratados es bajo apunta a una serie de estrategias que pueden mejorar el acceso a servicios sanitarios de estos grupos. Hay una oportunidad para los responsables políticos, médicos y pacientes para hacer un gran cambio en la manera que se trata el VHC en UDVP.