RESUMEN Al final de la primera década de la presente centuria aparecieron algunos debates en epidemiología social que enfrentaron a quienes defendían la existencia de una relación entre las tradiciones políticas y/o modelos del Estado del Bienestar con la magnitud de las desigualdades socioeconómicas en el estado de salud con quienes defendían que los hechos no apoyaban tal relación. Dichos debates son similares a los que surgieron en los años noventa acerca de las teorías de producción de las enfermedades y los factores que determinan su distribución en la población. Mientras que algunos autores consideran imposible separar los aspectos éticos y políticos y los valores profesionales de los argumentos científicos, otros consideran que los epidemiólogos y demás científicos deben hacer un esfuerzo para distinguir entre las consideraciones científicas y las que no lo son. En este trabajo se reflexiona acerca de la armonía que mantienen la ciencia, la política y la ética en la práctica científica sobre las desigualdades en salud, a pesar de que la experiencia empírica es contraria a ese conjunto armónico.
ABSTRACT At the end of the first decade of the present century debates arose in social epidemiology. These debates set those who defend the existence of a relation between the political and/or welfare stage regime and the magnitude of socioeconomic inequalities in health against those who maintain the facts do not support such a relation. These debates are similar to other debates in epidemiology in the 1990s related with theories of how diseases are produced and the factors that determine their distribution in the population. Whereas some authors find it impossible to separate ethical and political aspects and professional values from scientific arguments, others consider that epidemiologists and other scientists should make an effort to distinguish between scientific and unscientific considerations. In this paper the author reflects about the harmony that keep science, politics and ethics in the scientific practice on health inequalities, although the empirical evidence is contrary to that harmonious effect.