Escribir para comunicar el producto de una investigación ha sido siempre un “dolor de cabeza” para los académicos. Desde los temores que se tiene por lo escrito hasta los mitos que se asumen para descalificarse como buenos escritores. Se plantea entonces una reflexión que sugiere un repensar en el enfoque comunicativo de la escritura y acabar con las falsas creencias que asumen los académicos con respecto a las condiciones que deben poseer para considerarse escritores. El propósito comunicativo de la escritura es asumirla de manera clara y efectiva. La única condición que debe poseer un escritor académico científico es tener algo que comunicar. Esto se convierte, finalmente, en un acicate para escribir inexorablemente.