Integrar el punto de vista de género en las intervenciones sanitarias, en apariencia ofrecidas a todos por igual, es una necesidad en salud pública. Las mujeres son el grupo principal de consumo de medicamentos en los países desarrollados, esta desigualdad podría representar diferencias epidemiológicas; ser debida a la percepción del bienestar y la salud de hombres y mujeres; o por las diferencias en el patrón de prescripción de los profesionales. La atención biomédica se ha centrado en la patología, olvidando la esfera psicológica y social de las personas como parte de la salud. Actualmente se pretende evitar el excesivo intervencionismo sanitario y que las mujeres puedan ser responsables de su salud y la de sus hijos, surgiendo el concepto del "paciente empoderado".