La dependencia a opiáceos es una condición crónica que implica recaídas y va asociada a una elevada morbilidad y mortalidad. La terapia de mantenimiento con metadona implica la provisión de un suministro controlado de un opiáceo por vía oral que estabiliza al paciente. Estudios e investigaciones han demostrado que el mantenimiento con metadona reduce el consumo de opiáceos ilegales, el crimen relacionado con los opiáceos, la mortalidad prematura y el riesgo de infección por VIH. Su máxima eficacia se da cuando se prescribe a la dosis adecuada (normalmente entre 60 y 100 mg/día) y cuando el objetivo del tratamiento es el mantenimiento a largo plazo con metadona, y no la desintoxicación de todas las drogas, incluida la metadona. El éxito del mantenimiento a largo plazo con metadona es más probable, cuando el tratamiento se desarrolla en el contexto de una relación terapéutica bien establecida y cuando se abordan las necesidades médicas, sociales y psicológicas del paciente mediante asistencia directa o derivándole al especialista.