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El maltrato a las personas mayores tiene muchas aristas y es complejo no solo su detección y cuantificación, la incidencia y prevalencia del miso, sino también la conceptualización. El lenguaje a veces oculta la realidad: maltrato, abuso, violencia, conducta inadecuada, etc., son eufemismos que se utilizan para su estudio. Suelen usarse como sinónimos pero a veces de la impresión de que son formas de ocultar la realidad.
En este artículo se abordan dos tipos de maltrato, más próximos al maltrato psicológico, que se caracterizan por ser dos extremos de una misma conducta: el maltrato que se produce por sobrecarga de cuidados a las personas mayores (abuelos), diagnosticado como "síndrome de la abuela esclava" y el maltrato que sufren algunos abuelos por la exclusión de la crianza de los nietos por decisión de los padres, el que aquí denominamos "síndrome del abuelo excluido".
Las consecuencias psicosomáticas de ambas situaciones son frecuentemente conocidas por el personal médico, pero no suelen derivarse a los profesionales de los servicios sociales sanitarios para que intervengan en la situación como problema de maltrato. Por eso se plantean aquí interrogantes sobre la necesidad de que ambas situaciones puedan ser incluidas en la esfera de las competencias de los trabajadores sociales sanitarios.
Abuse the elderly has many edges and is complex not only their detection and quantification, the incidence and prevalence of the miso, but also the conceptualization. The language sometimes conceals the reality: abuse, misconduct, abuse, violence, etc., are euphemisms that are used for their study. They are often used as synonyms, but sometimes of the impression that they are ways to hide the reality.
This article addresses two types of abuse, closer to the psychological abuse, which are characterized by two ends of a same behavior: abuse resulting from overload of care for the elderly (grandparents), diagnosed as "the slave grandmother syndrome" and the abuse suffered by some grandparents raising grandchildren exclusion by decision of the parents, which here we call "the excluded grandfather syndrome".
Psychosomatic consequences of both these situations are frequently known by the medical staff, but tend not to arise to professionals of health social services so that they intervene in the situation as a problem of abuse. That is why here questions arise about the need that both situations could be included in the sphere of the competence of health social workers.
