Madrid, España
Objetivos: valorar el estado nutricional en adultos mayores autónomos no institucionalizados y determinar la relación del riesgo de malnutrición con factores sociales, patologías y calidad de vida de la población.
Métodos: estudio transversal realizado en 57 adultos mayores de 75 años autónomos, no institucionalizados residentes en Garrucha, Almería. La valoración del riesgo nutricional se realizó con el cuestionario MNA. El riesgo social se valoró mediante la escala socio-familiar de Gijón y la esperanza de vida se valoró con el cuestionario CCI.
Resultados: el 73,7% de la población presentó un buen estado nutricional; el 22,8% tenía riesgo de malnutrición y el 3,5 % presentó malnutrición. Algunos sujetos estaban en riesgo social y el 17,5 % presentaba una probabilidad de mortalidad superior al 52% en los siguientes tres años. La mayoría de la población padecía menos de cinco enfermedades. El riesgo de malnutrición se relacionó positivamente con los factores sociales y con el número de patologías.
Conclusiones: la población estudiada presentó un aceptable estado nutricional. A pesar de ello, el 22,8% del colectivo tenía riesgo de malnutrición, principalmente los mayores de 90 años y las mujeres. El riesgo de malnutrición parece relacionarse con una situación social más desfavorecida y con un mayor número de patologías. El desarrollo de programas de formación en educación nutricional y la utilización de instrumentos sencillos para detectar el riesgo nutricional, en atención primaria, podrían ser herramientas eficaces para disminuir la prevalencia de malnutrición, evitar consecuencias negativas sobre la salud y mejorar la calidad de vida de los adultos mayores.
Objectives: to assess the nutritional status of autonomous non-institutionalized elderly, and determine the relationship between malnutrition risk and social factors, diseases and quality of life of the population.
Methods: cross-sectional study in 57 adults over 75 autonomous, non-institutionalized residents in Garrucha, Almería. The nutritional risk assessment was performed with the MNA questionnaire. The social risk was assessed by socio-familiar scale of Gijón, and the life expectancy was assessed by CCI questionnaire.
Results: 73.7% of the population had a good nutritional status; 22.8% was at risk of malnutrition and 3.5% had malnutrition. Some subjects were at social risk and 17.5% had a probability of mortality rate of over 52% in the following three years. Most of the population was within 5 diseases. The risk of malnutrition was positively related to social risk and the number of chronic diseases.
Conclusions: the elderly presented an acceptable nutritional status. However, 22.8% of the group was at risk of malnutrition, especially those over 90 years and women. The risk of malnutrition appears to be associated with a more disadvantaged social situation and with more diseases. The development of training programs in nutrition education and the use of simple tools to detect nutritional risk in primary health care could be effective tools to reduce the prevalence of malnutrition, avoid negative consequences on the health and improve the quality of life of older adults.