Juan Diego Pedrera Zamorano , María Luz Canal Macías , Jesús María Lavado García , Salvador Postigo Mota , Miguel Sánchez Belda, Noelia Durán Gómez
Fundamento: Determinar el consumo de fármacos en el anciano no institucionalizado, los factores asociados a la polifarmacia e identificar su relación con las patologías crónicas. Métodos: Estudio epidemiológico transversal mediante entrevista directa domiciliaria. La población seleccionada sistemáticamente es de 960 sujetos entre 65 y 93 años. El cuestionario incluía datos demográficos, salud autopercibida, aspectos cualitativos y cuantitativos del consumo de fármacos patologías crónicas, y valoración de capacidad funcional. Resultados: El 91,62% de las personas entrevistadas declaró consumir medicamentos, siendo superior en la mujer (p<0.002). Los más consumidos son los hipotensores (42,4%), analgésicos (38,7%) y cardioterápicos (24,8%). El consumo de fármacos fue superior en el grupo de edad más avanzada (p<0,0001), con nivel de instrucción inferior (p<0,001), con déficit visual y auditivo (p<0,0001), peor situación social (p<0,001), más contactos con los servicios sanitarios (p<0,0001), peor salud autopercibida (p<0,0001), mayor número de enfermedades crónicas (p<0,0001) y con trastornos depresivos (p=0,004). El análisis de regresión lineal mostró una relación positiva entre el número de fármacos consumidos y el número de enfermedades crónicas (r=0,518; p<0,0001). Las mujeres refieren un peor estado de salud (p<0,05). Las variables asociadas a la polifarmacia estudiadas mediante regresión logística son la edad (mayores de 75 años; OR=1,1478), tres o más enfermedades crónicas (OR=1,83) y mala salud autopercibida (OR=1,22). Conclusiones: Es necesario incluir en los exámenes de salud del anciano una revisión del consumo de fármacos, particularmente en mayores de 75 años con peor salud autopercibida con más enfermedades crónicas.
Background: To ascertain the use of drugs among the non-institutionalised elderly population, the factors related to polypharmacy and pinpointing the relationship thereof with chronic diseases. Methods: Cross-sectional epidemiological study by means of door-to-door survey. The population systematically selected totalled 960 individuals age 65-93. The questionnaire included demographic data, self-asessed health condition, quantitative and qualitative aspects of the use of medications, chronic diseases and assesment of functional ability. Results: 91.62% of those surveyed were taking medication, a greater number of females (p<0.002) than males. The medications taken to the greatest extent were blood pressure drugs (42.4%), analgesics (38.7%) and heart drugs (24.8%). Drugs were used to a greater extent among the oldest age group (p<0.0001), those having the lowest educational level (p<0.001), those with impaired eyesight and hearing(p<0001), those having the lowest social status (p<001), more contacts with the health care services (p<0.0001), worse self-assessed health condition (p<0001), a greater number of chronic diseases (p<0.0001) and depressive disorders (p=0.004). The linear regression analysis revealed a positive relationship between the number of medications taken and the number of chronic diseases (r=0.518; p<0.0001). Females report worse health conditions (p<0.05). The variables analyzed with regard to polypharmacy by means of logistic regression are age (over age 75; OR=1.1478), three or more chronic diseases (OR=1.83) and poor self-assessed health condition (OR=1.22). Conclusions: Physical checkups on the elderly must include a review of the medications being taken, especially among those over age 75 who have a worse self-assessed health condition and a larger number of chronic diseases.