La transferencia, a principios del año 2002, del INSALUD a todas las comunidades autónomas que no disponían todavía de las competencias sobre servicios sanitarios de la Seguridad Social cierra un ciclo de gestión sanitaria moderna en España que, no obstante, no ha tenido el dinamismo ni la capacidad de innovación de la gestión empresarial. A pesar de ello, ha conocido, en estos 25 años de existencia, un auge y florecimiento espectaculares.
Los problemas de nuestro sistema sanitario, o bien están vinculados a los inherentes a un sistema público de cobertura universal, generosas prestaciones y subfinanciación clara, o son los propios de un modelo organizativo obsoleto con falta de autonomía de los centros y de los profesionales, o guardan relación con las mayores expectativas de los ciudadanos y con la enorme complejidad de la medicina del futuro. Todo ello debe abordarse desde la perspectiva de una nueva gestión propia del nuevo siglo.
El Sistema Nacional de Salud es apreciado por los ciudadanos, a la vez que tiene carencias y problemas muy serios; el principal riesgo es una deslegitimación crónica y progresiva, por la que los ciudadanos pierdan la fe y la confianza en el sistema sanitario público.