Daniel Vázquez García, Natalia Díez Adradas
Resumen La muerte es difícil de abordar por familiares y pacientes, circunstancia que obstaculiza la relación entre ambos durante todo el desarrollo de la enfermedad paliativa. La negación y la evitación de hablar directamente sobre la situación que engloba a la persona moribunda es un hecho bastante común en los núcleos familiares de nuestro entorno. De hecho, es frecuente presenciar cómo los parientes evitan el contacto directo con el paciente terminal, eludiendo por completo todo lo relacionado con la enfermedad. En este marco de ideas se fija como objetivo de este estudio explorar el afrontamiento de la muerte en el núcleo familiar del enfermo paliativo. Para ello se ha realizado un estudio cualitativo y descriptivo, en concreto, un relato biográfico a través de la entrevista en profundidad.
El texto relata la experiencia de una cuidadora familiar con dos enfermos paliativos. En la primera, la familia no afronta la enfermedad de su pariente, mientras que en la segunda, ésta permanece unida y apoya en todo momento a la enferma terminal. El texto muestra cómo una mayor comunicación y apoyo emocional entre el enfermo paliativo y la familia permiten una adaptación más eficaz en todo el proceso de la muerte, tanto durante el transcurso de la enfermedad, como posteriormente en el duelo familiar.
Death is hard to deal with by relatives and patients; indeed it hinders their relationship throughout the palliative disease. Denial and avoidance of talking directly about the situation of a dying person is a common circumstance in a family background. Actually, it is frequent that relatives avoid direct contact with a terminal patient, also evading completely everything related with the disease. In this context, the aim of this study is to explore the dealing with death in the family of a palliative patient. For this purpose, we made a qualitative and descriptive study, specifically, a biographical account carried out through a deep interview.
This report described the experience of a caregiver with two different palliative patients. In the first, the family does not face the illness of his relative; while in the second, it stays together and supports the palliative patient. We suggest that increasing the communication and emotional support among the palliative patient and the family allows a more effective adaptation throughout all the disease and afterwards during the bereavement.