Objetivo. Comparación de la efectividad de tres tipos de dieta para perder peso: 1) Dieta baja en hidratos de carbono sin restricción calórica, 2) dieta mediterránea con restricción calórica y 3) dieta baja en grasas con restricción calórica.
Diseño. Ensayo Clínico Aleatorizado.
Lugar. Dimona (Israel).
Participantes. Participaron en el estudio 322 individuos, trabajadores de un Centro de Investigación en Dimona. Se incluyeron aquéllos individuos voluntarios que tuvieran entre 40 y 65 años y un índice de masa corporal (IMC) igual o superior a 27 Kg/m2, independientemente de cumplir estos criterios se incluyeron los que padecían diabetes tipo 2 o enfermedades cardiacas. Se excluyeron las embarazadas, madres lactantes, personas que padecieran enfermedades del hígado, trastornos gastrointestinales y los que ya estuvieran participando en otros estudios sobre dieta. Así, los participantes presentaban las siguientes características generales: el 86% eran varones, media de edad 52 años y media de IMC de 31 Kg/m2.
Intervención. Se asignaron de manera aleatoria los tres tipos de dieta a los participantes del estudio realizando un seguimiento de los individuos durante 2 años. Se organizaron grupos de 17 a 19 componentes a los que se les asignó un dietista que los visitaba en las semanas 1, 3, 5, y 7 pasando luego a visitarlos cada 6 semanas, realizando un total de 18 sesiones de 90 minutos cada una. Además, a lo largo de los dos años de seguimiento otro dietista realizó 6 llamadas telefónicas de 10-15 minutos, con el objetivo de motivar a los individuos que tenían problemas para seguir la dieta.
Medidas de resultados. Las variaciones ponderales y los resultados analíticos de glucemia en ayunas, insulinemia en ayunas, colesterolemia y cuerpos cetónicos en orina para cada grupo fueron medidas a los 6, 12 y 24 meses. Además se evaluaron la ingesta de fibra, ingesta de grasas saturadas y monoinsaturadas, el incremento de ejercicio físico y la ingesta calórica diaria, a través de un cuestionario sobre ingesta alimentaria que se remitía a los participantes a través de la intranet del centro de trabajo en los períodos antes citados.
Principales resultados. La adherencia a los tratamientos objeto de estudio fue del 95.4% al año y del 84.6% a los 2 años. El grupo que realizó la dieta mediterránea fue el que consumió más fibra alimentaria y grasas moninsaturadas. El grupo con dieta baja en hidratos de carbono fue el que consumió menos hidratos de carbono y más colesterol, grasas y proteínas, detectándose en ellos la mayor cantidad de cuerpos cetónicos en orina. Entre los 272 participantes que completaron el estudio, la pérdida de peso a los dos años fue de 3.3 Kg en el grupo de dieta baja en grasas, 4.6 Kg en los dieta mediterránea y 5.5 Kg en los que realizaron la dieta baja en hidratos de carbono. La reducción de colesterol HDL fue del 20% en el grupo de dieta baja en hidratos de carbono y muy similar -alrededor del 12%- en los otros dos grupos. Entre los 36 sujetos con diabetes los cambios en la glucosa plasmática y niveles de insulina fueron más favorables entre los que realizaron la dieta mediterránea (-32.8 mgr/dl y -4 mU/ml respectivamente) que entre el grupo de dieta baja en grasas (12.1 mgr/dl y -1.5 mU/ml). En cuanto a la hemoglobina glicosilada a los 24 meses descendió 0.4 ± 1.3% en el grupo de dieta baja en grasas, 0.5 ± 1.1% en el grupo de dieta mediterránea y 0.9 ± 0.8% en el grupo de dieta baja en hidratos de carbono.
Conclusiones. Los autores concluyen que tanto la dieta mediterránea como la baja en hidratos de carbono pueden ser alternativas efectivas a la dieta baja en grasas, sugiriendo una individualización de las dietas a realizar teniendo en cuenta las patologías previas del individuo ya que la mediterránea parece favorecer el control glucémico y la baja en hidratos de carbono mejora el control lipídico.