P. López Grosso
ducción. La inserción de vías periféricas es una práctica enfermera muy común y que a menudo es necesaria para la administración de quimioterapia, antibióticos, productos sanguíneos, sueros y otros tratamientos médicos en pacientes oncológicos. Aunque la inserción del catéter es normalmente breve, con frecuencia se convierte en una fuente de ansiedad y discomfort y puede ser un procedimiento muy difícil en pacientes que han precisado varios ciclos de quimioterapia previamente. Por desgracia no todas las punciones se consiguen en el primer intento, lo que puede provocar dolor y ansiedad en el paciente y aumentar los costes y el tiempo empleado por los profesionales. Las enfermeras utilizan varias técnicas, incluido el calor, para mejorar el éxito en la inserción de catéteres, aunque pocas de ellas están basadas en la evidencia.
Objetivo. Determinar si la aplicación de calor seco sobre el miembro superior frente a la aplicación de calor húmedo mejora las tasas de inserción IV.
Diseño: Ensayo clínico aleatorizado y controlado.
Lugar. Centro Académico de Tratamiento para el Cáncer en el Oeste de EEUU.
Sujetos. 136 pacientes ambulatorios con cáncer y otras patologías malignas. Los pacientes fueron asignados a cada grupo de calor de forma aleatoria mediante un programa informático generador de códigos. El intervalo de confianza se determinó siguiendo cálculos de riesgo y potencia para estudios analíticos, siendo éste de 0.05 (95 % de precisión). Determinaron que la muestra mínima necesaria para poder detectar diferencias entre los grupos de estudio era de 128 participantes.
Material y método. Ambos tipos de calor fueron aplicados mediante el uso de toallas calientes envueltas alrededor del brazo de cada paciente durante los 7 minutos previos a la inserción del catéter. La temperatura ambiente y la temperatura de la piel fueron controladas antes y después de la aplicación de las toallas. Dos enfermeras experimentadas realizaron las venopunciones para la infusión de quimioterapia según protocolo. Los resultados fueron examinados mediante análisis de varianza, con 34 pacientes para cada combinación de enfermera y tipo de calor utilizado.
Resultados. Los principales resultados medidos fueron: número de intentos de venopunción y el tiempo empleado para ello, ansiedad de los pacientes tras la punción y el bienestar proporcionado por los dos tipos de calor usados. Para ello se usaron escalas analógicas visuales de 0 a 100 antes y después de la venopunción. El uso de calor seco resultó ser 2.7 veces más probable de dar lugar a la inserción del catéter con éxito. El tiempo empleado en la venopunción fue menor para el calor seco (X=98.5 segundos) que para el calor húmedo (X=127.6 segundos). No se encontraron grandes diferencias entre los niveles de ansiedad de los pacientes, aunque disminuyeron de la pre a la post-inserción del catéter (calor seco X= -8.32 y calor húmedo X = -4.41), quizás porque el procedimiento ya había concluido. El bienestar fue mayor para los pacientes que experimentaron calor seco (X=94.2) que para los del calor húmedo (X=89).
Conclusiones. La aplicación de calor seco disminuye la probabilidad de múltiples intentos así como el tiempo que dura el procedimiento en la inserción IV. Es una técnica cómoda, segura y rentable en un entorno de oncología ambulatoria