María Elena Medina-Mora Icaza, Tánia Real Fortuny
México es un país afectado por las drogas en todos los aspectos: es un país productor de drogas como la heroína, la marihuana y las metanfetaminas, principalmente para los mercados externos, aunque también hay una demanda interna en crecimiento; es un país de tránsito para la cocaína, que ha encontrado una vía, a través del corredor de Centro América y México, en su camino hacia los mercados tanto externos como para el abastecimiento interno. Y, como resultado de la creciente disponibilidad de sustancias y de un entorno social favorable, ha devenido un país consumidor donde el uso experimental y la dependencia a las drogas ilegales, aunque siguen siendo bajos, se han incrementado. El abuso/dependencia de sustancias legales como el alcohol y el tabaco son los principales problemas de abuso de sustancias; sólo el abuso de los medicamentos se mantiene bajo y relativamente estable, principalmente como resultado de la baja disponibilidad para fines médicos y, por lo tanto, con poco margen para la desviación. Los costos sociales son considerables y, como ocurre en otros países de la región, la violencia es la característica dominante en el mundo de las drogas, viéndose incrementada a partir de 2008. Dentro de estos importantes retos para la salud y la seguridad, es cierto también que se han realizado esfuerzos continuos y significativos, desde 1972, mediante programas de reducción de la demanda a nivel nacional y adaptados a las circunstancias cambiantes. Este editorial pretende relatar la historia de las transiciones de la droga en México y los programas que se han implementado, y se analizan las áreas de oportunidad para un nuevo enfoque.