En este artículo discutimos algunas aportaciones del filósofo austro-británico Karl R. Popper, uno de los más influyentes pensadores contemporáneos, cuyas teorías epistemolópicas y sociopolíticas han llegado también al ámbito de la epidemiología. Nos centramos principalmente en el llamado problema de la inducción.
Sostenemos, siguiendo a Popper que ei método científico no us; un razonamiento inductivo, sino hipotético-deductivo. Aunque el paso desde los datos que evah�u;mu na hipótesis a una conclusión sobre ésta va de lo particular a lo general, e.d., en dirección inductiva, no existe la inducción como mzonamiento o inferencia. Es decir, no existe un método que permita inducir o verificar las hipótesis o teorías (no es posible explorar todas las situaciones posibles para ver si la teoría se mantiene), ni siquiera hacerlas muy probables. Además, los científicos buscan teorías altamente informativas, no altamente probables.
Lo que se hace realmente es proponer una hipótesis como solución tentativa de un problema, confrontar la predicción deducida de la hipótesis con la experiencia, y evaluar si la hipótesis queda rechazada o no por los hechos. Al no poder verificarse las teorías sólo podemos aceptarlas si resisten el intento de rechazarlas. Por tanto, la contrastación consiste en la crítica o intento serio def%(lción, es decir, la eliminación de error dentro de una teoría para rechazarla si es falsa. El objetivo es, pues, la búsqueda de teorías verdaderas.
Para ello, el método científico utiliza un conjunto sistemático de reglas metodolbgicas (no lógicas), es decir, decisiones. Estas reglas o principios metodológicos se resumen en dos: isea inventivo y crítico!, e.d., proponga hipótesis audaces y sométalas a tests rigurosos de la experiencia. La lógica juega principalmente su papel al permitir deducir de la hipótesis las predicciones que se confrontaran con los hechos o evidencias. Esto es aplicable tanto a la inferencia estadística como a la inferencia causal.
Argumentdmos que los criterios de causalidad usados en epidemiología no son sino reglas del método destinadas a lo mismo: tratan de eliminar o reducir el error (azar, sesgos...) al contrastar una hipótesis causal. Por tanto, la llamada inferencia causal, el paso de la evidencia a la teoría causal, no es un proceso lógico inductivo o probabilístico sino decisión basada en la evaluación de una hipótesis causal gracias a reglas metodológicas como los criterios de causalidad.
Pensamos que el interés del debate entre los epidemiólogos yo,~,r~eriar~o~y los inductivistas no es meramente verbal, pues si somos conscientes de que no operamos inductivamente, que no podemos establecer firmemente una hipótesis, ni siquiera afirmarla probabilísticamente, seremos presuntamente más humildes en nuestra actitud y buscaremos mas los errores en las teorías que sus fáciles ejemplos confirmadores.
In this article we are discussing a few of the contributions by the Austro-British philosopher Karl R. Popper, one of our most influential contemporary thinkers, whose epistemological and socio-political theories have also penetrated the sphere of epidemiology. We are focusing mainly on the so-called problem of induction.
We sustain. in line with Popper, that the scientific method does not use inductive reasoning. but rather hypothetical-deductive reasoning. Although the movement from the data evaluating a hypothesis to a conclusion on the latter goes from the specific to the general, that is, in an inductive direction, the induction does not exist as a reasoning process or inference. That is, there is no method that enables us to infer or to verify hypotheses or theories (we cannot explore all of the possible situations to see whether the theory stands up), or even to render them very probable. Besides.
scientists look for highly informative theories, not highly probable ones.
What we actually do is to propose a hypothesis as a tentative solution to a problem, to confront the prediction deduced from the hypothesis with actual experience, and evaluate whether the hypothesis is rejected or not by the facts. As theories cannot be veritied, we cm only accept them if they withstand an attempt to reject them. Consequently, the test of a theory consists of criticism or a serious attempt at fir/.sifì~~rt~~nt,h at is. the elimìnation of error within a thcoty, in order to reject it if it is false. The objective is, thus, the search for true theories.
For this purpose, the scientific method uses a systematic set of methodological (not logical) rules, that is, decisions. These methodological rules or principies can be summed up in two: ibe inventive and critical!, that is. propose bold hypotheses and subject them to severe tests of experience. Logic plays its role mainly by allowing us to deduce from a hypothesis the predictions to be confronted with the facts or evidente. �Ibis is applicable both to statistical inference as well as to causal inference.
We argue that the criteria of causality used in epidemiology are none other than rules of the method designed for the same purpose:
they are concemed with eliminating or reducing errors (chance, bias . . . ) on testing a causal hypothesis. Consequendy. the so-called ausal inference, the step from evidente to causal theory, is not a logical inductive or probabilistic process but rather a decision based on the evaluation of a causal hypothesis thanks to methodological rules such as the criteria of causality.
We believe that the interest of the debate between the Poyperinn and the inductivist epidemiologists is not merely a matter of words, as, if we are aware that we do not operate inductively, that we cannot establish tirmly hypotheses, not even affrm them probabilistically, we will presumably adopt a humbler attitude and look more for the errors in our theories than for their facile examples of confirmation.