La problemática que generan las lesiones oncológicas o neoplásicas es especialmente importante por tratarse de pacientes con unas condiciones físicas, a veces muy comprometidas (secundarias a la patología de base y estado evolutivo de la misma) y por las propias características de las lesiones, que van a condicionar la necesidad de un abordaje especifico, que no siempre se va a corresponder con el que se recomienda en cualquier otro tipo de lesión aguda o crónica (úlceras vasculares, por presión, pie diabético...).
Este artículo pretende pues, contribuir a clarificar estos aspectos, partiendo de que ni todas las heridas crónicas son benignas, ni el abordaje habitual es siempre el más adecuado, pues además de tener en cuenta las características habituales de la lesión (aspecto, estructuras anatómicas afectadas, profundidad, cantidad y tipo de exudado...) habrá que considerar otras como: presencia o no, de células tumorales en el lecho de la lesión, tipo de tumor y características evolutivas del mismo, expectativa de vida del paciente, zona afectada expuesta o no, presencia de lesiones satélites, etc.
Cualquier lesión crónica que no cicatriza en un periodo de más de seis semanas y que sea susceptible de degenerar en un tumor, tiene que mantenernos "alerta", pues la derivación a la especialidad correspondiente (dermatología, cirugía...) es absolutamente imprescindible para garantizar una asistencia adecuada.
Una valoración holística, nos permitirá establecer un plan de cuidados individualizado, en el que frecuentemente el objetivo a conseguir no se centrará en cicatrizar las lesiones, sino en proporcionar a nuestros pacientes la mejor calidad de vida posible, garantizando de esta manera su autonomía y confort.