Introducción: Las lesiones musculares son frecuentes en el mundo del deporte, aunque no ampliamente documentadas en localizaciones atípicas ni en deportes minoritarios como la vela.
La clase 49er es un barco olímpico doble en el que el tripulante realiza determinados gestos deportivos donde existe una alta demanda de la musculatura dorsal, especialmente durante las principales maniobras que implican en alguna fase aducción, extensión y rotación interna del hombro (entrada y salida al trapecio, izada y arriada del spi).
Objetivo: Exponer el mecanismo lesional y tratamiento de una rotura muscular atípica (dorsal ancho) ocurrida en un tripulante de la clase 49er dos semanas antes de su participación en los JJOO de Londres.
Material y método: Caso clínico: deportista que en un entrenamiento previo a los JJOO, durante una maniobra de entrada al barco desde el trapecio solicita de forma súbita la musculatura dorsal desde una posición de elongación (abducción, elevación y rotación externa del hombro), produciéndose por mecanismo intrínseco, una rotura fibrilar grado II del dorsal ancho derecho, con aparición de un gran hematoma intramuscular. Es diagnosticado por ecografía y resonancia magnética. Presenta poca limitación funcional por lo que se decide tratamiento conservador, con medidas farmacológicas y físicas, entre ellas crio y presoterapia combinada (game ready®), vendaje funcional en ocho de guarismo, descarga de la musculatura adyacente y potenciación específica de la musculatura afectada. Dentro de la recuperación funcional durante la primera semana eliminamos los gestos deportivos que implicaran al dorsal ancho (trabajo en seco), incluyendo a partir del tercer día progresivamente ejercicios isométricos, concéntricos y a continuación excéntricos simulando los gestos deportivos con autocargas y elásticos. La progresión se marcó en función a la evolución de la sintomatología del deportista así como del seguimiento de su equipo pluridisciplinar de apoyo (médico, fisioterapeuta y preparador físico).
Resultados: Tras dos semanas de tratamiento, el deportista consiguió participar en los JJOO (15 pruebas), consiguiendo un meritorio onceavo puesto, sin presentar molestias durante la competición y pudiendo realizar todos los gestos propios de su posición en el barco y que implicaban a la musculatura dorsal.
Tras un mes de descanso ecográficamente no se aprecia hematoma y la cicatriz fibrosa se encuentra en fase de resolución.
Conclusiones: Aunque el dorsal ancho es una localización atípica de una rotura fibrilar por mecanismo intrínseco, puede ocurrir en tripulantes de vela, clase 49er, asociado a un gesto deportivo específico. El deporte de competición obliga a tomar decisiones y tratar de acelerar procesos que llevados a cabo con sentido común y respetando las fases evolutivas de cualquier lesión permiten una reincorporación temprana al deporte con garantías de salud y sin comprometer una correcta funcionalidad del músculo a largo plazo