La elevada responsabilidad de contribuir a la formación integral de los futuros médicos justifica que los docentes debamos satisfacer los requerimientos de orden ético (integridad, aptitud, conocimientos, experiencia, respeto, sinceridad, justicia, humildad, prudencia y ejemplaridad) en el mayor grado posible, amén de otras cualidades de tipo técnico. Todo ello, orientado al fin primordial de conseguir médicos virtuosos que ejerzan con excelencia su profesionalidad en bien de los pacientes. Educar a otros médicos es una obligación para cualquier médico y no sólo para aquellos que somos profesores. El médico, además de la obligación ética que supone la formación médica continuada a lo largo de su vida profesional, tiene también un deber moral de contribuir a la formación de sus colegas jóvenes con menor experiencia y de los estudiantes de medicina. Este artículo aborda una visión personal de los requisitos éticos para la docencia en medicina, así como ciertas particularidades de los aspectos éticos del proceso de evaluación.