María Jesús Cerecedo Pérez, Margarita Tovar Bobo, Aurora Rozadilla Arias
El poder de la medicina ha hecho atractiva la idea de «medicalizar» aspectos de la vida que se pueden percibir como problemas médicos aun sin serlo. La medicina, como reflejo de la cultura del bienestar, genera en ocasiones falsas necesidades, y aspectos de la vida cotidiana son medicalizados con el pretexto de tratar falsas enfermedades como astenia primaveral y timidez, o procesos biológicos naturales como la menopausia.
A pesar del mayor bienestar material, cada día atendemos a más personas que se quejan de malestares que quizá tengan más que ver con «estar mal» que con auténticas «enfermedades». La lista puede ser interminable: tristeza, niños hiperactivos, vigorexias o adolescentes problemáticos, entre otros. En este artículo se revisan algunas intervenciones que desde la consulta contribuyen a fomentar dichas situaciones. La adversidad cotidiana adquiere hoy rango de enfermedad, de ahí el notable aumento de las consultas en los diferentes dispositivos sanitarios.