La cocaína es frecuentemente fumada en el continente americano en aquellas formas que permiten hacerlo: “ el Basuco”, “el Crack” y “la Base Libre”. Las “cocaínas fumables” derivan del procesamiento de la hoja de coca y tienen un muy bajo punto de fusión, lo que les permite ser volatilizadas fácilmente lo que les da un mayor poder adictivo, produciendo en los consumidores una rápida dependencia y un grave deterioro biopsicosocial. El consumo de pasta básica de cocaína aparece circunscrita a principios de la década de los ‘70 al área Andina en países como Perú, Colombia, Bolivia y Ecuador, casi al mismo tiempo que se reportan los primeros casos de uso de base libre en los Estados Unidos de América. Los índices de prevalencia de vida elaborados a partir de diversos estudios son: Colombia 1.5%; Perú 3.1%; Bolivia 1.7% y Ecuador 1.0%, con un predominio de consumo en el sexo masculino. En general los planteamientos propuestos para el tratamiento de adictos a las “cocaínas fumables”, han sido diversos y en ocasiones controvertidos. Los resultados hasta ahora no son satisfactorios, la retención en los procesos de rehabilitación han sido pobres y las recaídas frecuentes, lo que ha hecho que algunos expertos incluyan dentro del arsenal terapéutico la aplicación de estrategias de Reducción de Daño. Algunas experiencias en este sentido han sido desarrolladas en países como Colombia, Bolivia y Brasil.