Cristina del Alamo Jiménez, Francisco López Muñoz, E. Cuenca
La adicción es una enfermedad crónica, que requiere tratamiento durante la mayor parte de la vida del paciente y como tal, las recaídas y el incumplimiento terapéutico son hechos habituales. En las dos últimas décadas se ha avanzado notablemente en el conocimiento de las bases neuropsicobiológicas y farmacológicas de las adicciones, lo que ha permitido concluir que estamos ante una patología tratable. En la actualidad, se acepta que la fase más importante en la farmacoterapia de la dependencia es la que la que corresponde a la prevención de las recaídas. En este sentido, los antagonistas de los receptores opiáceos, en especial la naltrexona, constituye el avance más importante en esta fase preventiva. Su utilidad se ha demostrado en la prevención de la recaída a opiáceos y, más recientemente, en pacientes alcohólicos. De hecho, la naltrexona reduce en un 50% la tasa de recaídas y los individuos permanecen más tiempo abstinentes. Otros agentes utilizados en este campo son el acamprosato y los fármacos moduladores de la transmisión serotoninérgica, como la buspirona o los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina, fluoxetina y citalopram. Desafortunadamente, para otras dependencias (cocaína, cánnabis, anfetaminas, éxtasis, etc.) no existe un abordaje farmacológico específico, si bien se han empleado algunos de los fármacos comentados, así como antagonistas dopaminérgicos, con resultados poco significativos.