El autor intenta demostrar que en la mayoría de patologías, tanto mediales como laterales, existe un dolor silencioso a la altura de la IV articulación metatarso falángica, que se evidencia cuando existe un estrés y esfuerzo constante en esa articulación y sólo se manifiesta cuando permaneciendo el paciente en bipedestación presionamos sobre ella. Ese dolor silencioso está presente en la mayoría de la población civilizada, fruto de su morfología y funcionalidad, respecto a la incompatibilidad de las distintas formas de pie con el suelo liso y duro. Este signo y el de Sintomatología Silenciosa Medial, están íntimamente relacionados en prácticamente todas las alteraciones mediales del pie y nos avisa del sufrimiento silenciosa de esos puntos o zonas (pues sólo se manifiesta el dolor al presionar sobre ellas) debido al estrés que comporta el esfuerzo y microtraumatismos constantes a que están sometidas. Aunque el dolor en esos puntos sea silencioso y no se manifieste de manera espontánea- debido a alteración que lo ocasiona- puede manifestarse en cualquier otro punto del aparato musculo esquelético. La identificación de ambos signos, debiera formar parte de toda exploración realizada en cualquier alteración biomecánica o morfológica- además del pie- en la cual pueda estar implicado el aparato locomotor (rodilla, cadera, zona lumbar, cervicales). Puede darse incluso en pies aparentemente equilibrados aunque, en principio, éstos no presenten sintomatología alguna. Son signos básicos a tener en cuenta, tanto en sentido profiláctico como de tratamiento, en la elaboración del soporte plantar.
No nos referimos al pie zambo en el que, según Ponseti, la causa está motivada por una anomalía en la inserción músculo tendinosa, nos centramos en el metatarsus adductus provocado por la morfología ósea-en referencia al largo de los distintos metatarsianos- y al metatarsus adductus funcional (posicional). El primero es causa en ciertas alteraciones mediales y, el segundo, es consecuente a una alteración medial.