Aunque son ampliamente conocidos los beneficios que provienen de la práctica regular de ejercicio físico, existe también considerable evidencia de que, durante su práctica, aumenta la producción de radicales libres que producen daño oxidativo en el tejido muscular, hígado, sangre y, posiblemente, en otras estructuras. Para contrarrestar dicho daño, en los últimos tiempos se ha arraigado en nuestra sociedad la creencia de que el consumo habitual de determinados productos y suplementos antioxidantes mejora no sólo el estado de salud, sino también el rendimiento deportivo. En este artículo planteamos una revisión acerca de la necesidad de emplear este tipo de suplementación, así como los posibles riesgos y/o beneficios que de ella se derivan