Las enfermedades varían significativamente de un paciente a otro, y en la práctica médica la incertidumbre está presente en la mayoría de las decisiones clínicas. Tanto si un médico está diagnosticando una enfermedad, seleccionando las pruebas, valorando un resultado, evaluando probabilidades o asignando preferencias, el terreno es muy resbaladizo. Para la mayoría de las personas, y también para muchos médicos, es difícil apreciar la complejidad de todas estas decisiones, reconocer lo poco que las entendemos y lo fácil que es que las personas, aun siendo honestas, lleguen a conclusiones diferentes1. Cualquier médico que de forma responsable toma decisiones en relación con una intervención clínica ha de conocer la prueba, las consecuencias en caso de aplicarla y si es o no conveniente su aplicación2. Sin embargo, existe una gran variabilidad respecto a las observaciones, percepciones, razonamientos, intervenciones y estilos de práctica clínica. Esta variabilidad también está presente en la generación de recomendaciones por parte de las diferentes sociedades científicas e instituciones. En general, los médicos somos conscientes de nuestras limitaciones. El continuo desarrollo de la medicina basada en la evidencia ha hecho que se incremente la conciencia profesional sobre las limitaciones del conocimiento científico3. Paralelamente, los medios de comunicación tienen cada vez un mayor protagonismo en la concienciación y, a veces, en confundir a la población sobre las controversias médicas, ya sea sobre la seguridad de los tratamientos o las recomendaciones de los cribados, haciendo que la incertidumbre científica ocupe un lugar destacado3. Tampoco podemos olvidar otros...