Se estima en un 1,5-2% la población española infectada por el virus de la hepatitis C, el 75% de la cual no está diagnosticada. Dado que es la causa más frecuente de cirrosis hepática y de carcinoma hepatocelular, el papel del médico de familia es básico para su detección precoz de cara a iniciar medidas preventivas y terapéuticas dirigidas a controlar la evolución de la enfermedad.