El anciano con deterioro cognitivo presenta un alto riesgo de caída puesto de manifiesto por asociaciones específicas entre parámetros de la marcha y funciones cognitivas. En las últimas décadas se ha demostrado esta asociación, existiendo cada vez más evidencia de que los dominios de la cognición tales como la atención, función ejecutiva y tipos de memoria son críticos para una regulación correcta de la marcha. Las alteraciones de la marcha pueden comportarse como marcadores diagnósticos precoces de demencia. Un método novedoso, sencillo y relevante de evaluar el riesgo de caída, especialmente en ancianos con deterioro cognitivo, es la utilización de pruebas duales. La evidencia sobre las posibles actuaciones para disminuir el riesgo de caída en este grupo poblacional resulta escasa, siendo la vitamina D y el ejercicio físico las intervenciones más prometedoras.