Aunque más optimista, el nuevo informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) continúa arrojando datos escalofriantes sobre las desigualdades no sólo en la esperanza de vida sino en múltiples ámbitos. Muchas organizaciones no gubernamentales (ONG) relacionadas con la medicina tratan de paliar este desequilibrio. Sin embargo en la opinión pública y entre los actores surgen dudas sobre la idoneidad y la utilidad a largo plazo de la cooperación.
Cooperar no significa acudir de cualquier forma a la llamada del sentimentalismo. La cooperación mueve dinero y se han de rendir cuentas. Exige una fuerte formación tanto en valores profesionales como humanos. Obliga a investigar en vacunas o enfermedades extrañas a nuestra sociedad. Cooperar significa «operar con» la contraparte local, según sus necesidades y su proyecto sanitario global. Y finalmente la Cooperación implica la reivindicación de cambio en ciertos aspectos del orden económico mundial.
Reflexionamos sobre estos interrogantes y exponemos los diferentes marcos éticos en que se mueven la mayoría de las ONG.