El estreñimiento puede ser definido por defecación infrecuente y esfuerzo defecatorio excesivo. Las causas más habituales son la deshidratación, la dieta pobre en fibra, el consumo de determinados fármacos y las enfermedades debilitantes, circunstancias especialmente frecuentes en la edad geriátrica. El estreñimiento en anciano puede asociarse a complicaciones derivadas de la impactación fecal y otras derivadas del excesivo esfuerzo para conseguir la defecación.
Para que se produzca deshidratación, virtualmente en todos los casos, debe existir una alteración en la percepción de la sed o en la capacidad de ingerir agua. Cuando el déficit de agua supera al de sodio el paciente desarrolla un síndrome clínico de hipernatremia/hiperosmolaridad que siempre está asociada a un aumento de la osmolaridad plasmática efectiva y, por tanto, con una disminución del volumen intracelular. Las causas desencadenantes en el anciano son la infección, el uso excesivo de diuréticos, el ictus, tratamiento con corticoides, situación de postoperatorio, la suspensión de un tratamiento antidiabético o la diabetes insípida.
El tratamiento de rehidratación debe realizarse preferiblemente por vía oral y de forma lenta para evitar el daño neurológico. La corrección debe incluir agua y electrolitos (sales de sodio y potasio) y obliga a un cálculo preciso del aporte, sobre todo cuando está alterado el estado de conciencia y precisamos de tratamiento intravenoso, para evitar la sobrehidratación y las alteraciones electrolíticas.
El tratamiento del estreñimiento incluye, además de la rehidratación, la educación del paciente en un patrón horario, postural y de ejercicio físico para reforzar la prensa abdominal. Un cambio en los hábitos alimentarios para aumentar el contenido en fibra alimentaria en la dieta aumenta el tamaño del bolo fecal, mejora la consistencia de las heces y disminuye las molestias abdominales.
Así mismo, el uso de prebióticos, complementado con fibra fermentable, logra aumentar la masa fecal. Los alimentos de uso común ricos en fibra son el salvado de trigo, legumbres, harinas integrales, frutas y verduras.
Las recomendaciones sobre el consumo de fibra son de 10 implicaa 13 g/1.000 kcal siendo el 70-75% de fibra insoluble y un 25-30% de fibra soluble.
El uso juicioso de fármacos con efecto laxante tiene un papel en el tratamiento del estreñimiento cuando éste no responde a las medidas higiénico-dietéticas. Existen cuatro grupos farmacológicos de uso habitual: laxantes con efecto osmótico, estimulantes del peristaltismo, emolientes y aumentadores del bolo fecal con distintas indicaciones.
En el paciente de edad avanzada, podemos iniciar el tratamiento con lactulosa o lactitiol o recurrir directamente a fármacos estimulantes como bisacodilo, picosulfato sódico o senósidos. Los azúcares osmóticos serán los laxantes recomendados para el uso crónico. Debemos usar con precaución los laxantes estimuladores del peristaltismo, ya que la secreción de agua y electrolitos a la luz intestinal es responsable de episodios de hipotensión ortostática que pueden ocasionar caídas en el paciente anciano.