La disfagia es un síntoma muy prevalente en la población anciana. En enfermos neurológicos, ancianos o personas institucionalizadas su prevalencia puede oscilar entre un 30-60%, con grados de gravedad variables que pueden llegar a hacer necesaria una nutrición artificial.
Además, la disfagia está relacionada con mayor discapacidad, estancias hospitalarias prolongadas y mayor mortalidad.
Las complicaciones de la disfagia derivan por un lado de una deglución ineficaz, motivo por el que el anciano puede presentar desnutrición y deshidratación y por otro lado de una deglución no segura, que conlleva la presencia de penetraciones, aspiraciones y en el 50% de los casos la aparición de neumonía por aspiración, ésta última con una mortalidad del 50%.
Por todo ello es imprescindible un diagnóstico precoz de la misma, mediante métodos clínicos y/o instrumentales y que este diagnóstico lleve siempre implícito un tratamiento y una rehabilitación.