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Irene Díez Gimeno, Raquel Escriche Ros
Presentamos el caso de una mujer de 93 años sin antecedentes personales de interés, que acude a nuestra consulta hace un año por lesión papulosa eritematodescamativa, friable de aproximadamente un centímetro de diámetro, en ala nasal. La paciente está asintomática, pero consulta porque recientemente la lesión ha crecido de tamaño. Ante la sospecha de una lesión maligna consideramos necesario remitirla al servicio de dermatología para extracción y análisis anatomopatológico. El resto de anamnesis y exploración física es completamente normal. Tras una primera exéresis de la lesión, el resultado de la anatomía patológica es de carcinoma espinocelular bien diferenciado. Después de seis meses, acude de nuevo a consulta por recidiva de la lesión, de similares características. Se le remite de nuevo a dermatología que, con la colaboración del servicio de cirugía, realizan de nuevo exéresis de la lesión con colocación de injerto cutáneo nasal. El resultado histológico confirma la existencia de un carcinoma escamoso bien diferenciado. A los cinco meses, se produce una segunda recidiva de la lesión, de rápido crecimiento, papulosa, ulcerada en su parte central y de bordes irregulares. En menos de un mes ya obstruye la fosa nasal derecha. Se remite a la paciente al servicio de cirugía plástica que, dadas las dimensiones de la lesión, decide no realizar intervención quirúrgica ni realizar ninguna medida terapéutica agresiva. La tumoración sigue evolucionando, obstruye ambas fosas nasales y se extiende hasta ángulo interno de ojo izquierdo, presenta un cráter ulcerado central con áreas de necrosis,...
