El ictus, en sus dos variedades de presentación, isquémica y hemorrágica, es una tragedia personal y una carga social, sanitaria y económica. Se estima que es el responsable de hasta el 10% de las muertes en los países industrializados, siendo desde 1980 la primera causa de muerte en mujeres en españa y desde 1989 la segunda en varones. Aunque durante mucho tiempo se le ha relegado a un segundo plano debido en gran medida al extendido nihilismo terapéutico que ha rodeado al concepto de enfermedad cerebrovascular, surge aquí el concepto de atención integral inmediata al ictus, entendida como un proceso de actuación consensuada y urgente entre los diferentes eslabones de la cadena asistencial ya desde la aparición de los primeros síntomas. Además surge el �código ictus� como un nuevo concepto de emergencia médica protocolizado por estos eslabones asistenciales y cuyo principal objetivo es la trombolisis inmediata del mismo