La industria farmacéutica es una actividad industrial consustancialmente innovadora que depende de la investigación para sobrevivir. Además, se trata de un proceso de alto riesgo en el que sólo una ínfima minoría de las moléculas candidatas a medicamentos logra finalmente demostrar su utilidad terapéutica. En la actualidad, la investigación de una nueva molécula necesita alrededor de 10 años, tiene un coste de unos 480.000 e y sólo una de cada 20.000 moléculas investigadas sale finalmente al mercado. Por ello, es imperativo que los derechos de propiedad intelectual estén protegidos, de modo que los ingresos por los nuevos productos puedan usarse para apoyar la investigación en nuevos y mejores medicamentos para todas las enfermedades, incluyendo aquellas que afectan especialmente al mundo en desarrollo. Los derechos de patente son, por tanto, fundamentales para el sector farmacéutico y para nuestra sociedad puesto que garantizan la I + D de nuevos fármacos. La industria farmacéutica es tremendamente consciente del papel de motor global de la mejora de la salud que su propia dinámica investigadora le ha llevado a desempeñar. Por este motivo, el sector farmacéutico está concentrado en desarrollar numerosas iniciativas de colaboración con gobiernos, fundaciones privadas, instituciones supranacionales y organizaciones no gubernamentales que consigan paliar las necesidades de salud más perentorias de los países en vías de desarrollo. La cooperación de la industria farmacéutica para resolver el problema de la salud en los países menos favorecidos es un hecho absolutamente demostrable, pero sólo el abordaje de los temas políticos y sociales de fondo podrá iniciar el camino hacia la verdadera y definitiva solución del problema.