David Casado Marín
En los últimos 30 años, las poblaciones de los países desarrollados han experimentado un proceso de envejecimiento demográfico sin precedentes históricos. Este fenómeno, y sobre todo la intensificación a medio plazo del mismo que sugieren todas las proyecciones demográficas, ha encendido las señales de alarma sobre la sostenibilidad futura de los sistemas sanitarios. En este contexto, el presente artículo examina los efectos del envejecimiento demográfico sobre el gasto sanitario dentro de un proceso en el que intervienen varios elementos: el aumento del número de personas mayores, las variaciones en el estado de salud de la población mayor y la evolución de los costes de la asistencia sanitaria. La principal conclusión es que sólo una pequeña parte del aumento en el gasto se puede atribuir al envejecimiento poblacional. Asimismo, puesto que el estado de salud medio de las personas mayores ha mejorado conforme aumentaba su longevidad, el artículo indica que la mayor parte del incremento del gasto sanitario viene determinado por la evolución de distintos factores no demográficos, como son la intensidad de la atención, el coste de los tratamientos o el desarrollo de nuevas tecnologías médicas. Todos estos factores, a diferencia del envejecimiento demográfico, sí son susceptibles de regulación futura y, por tanto, en gran medida socialmente controlabes.