En la reorientación del sistema sanitario hacia políticas sanitarias efectivas y equitativas basadas en la salud de la comunidad desempeñan un papel fundamental los programas de prevención poblacionales con adecuada garantía de calidad. En nuestro sistema nacional de salud, involucran tanto a los servicios sanitarios de salud pública como a los de atención clínica, y contribuyen a su coordinación. La prevención poblacional consiste en acciones colectivas para proteger la salud, a iniciativa de las administraciones públicas, dirigidas a la población sea cual sea su sistema de aseguramiento, como medidas de salud pública. Sólo deben ponerse en marcha si cumplen criterios evaluables de eficiencia y equidad, con un balance adecuado entre beneficios y efectos adversos, para evitar efectos iatrogénicos en la población sana. En los programas poblacionales, los servicios de salud pública pueden impulsar políticas de colaboración intersectorial que involucren a los servicios asistenciales, con intervenciones específicas sobre grupos a través de la participación comunitaria. Puesto que las acciones preventivas poblacionales requieren siempre coordinación, es preciso movilizar todos los mecanismos entre salud pública y asistencia sanitaria para que cada uno disponga de la información necesaria para ejercer su responsabilidad: supervisión de las intervenciones por ambas estructuras jerárquicas, retroalimentación, normalización de los procesos de trabajo y habilidades mediante programas, y adaptación mutua con sistemas de información integrados y dispositivos de enlace. La prevención poblacional actúa como un factor de integración del sistema sanitario y de cohesión entre los servicios regionales de salud, y muestra que en nuestro medio es posible su reorientación hacia una perspectiva comunitaria.