La mayor parte ce los datos de que disponemos hasta nuestros días sobre la influencia de los nutrientes en la función cognitiva, sugiere que algunos macro y micronutrientes pueden tener un efecto preventivo sobre la aparición de enfermedades neurodegenerativas. Como la mayoría de los estudios se han realizado en animales, las limitaciones que ello supone cuando intentamos trasladar los resultados al ser humano, son el origien de la controversia en cuanto a las recomendaciones que deben ser aplicadas en la práctica clínica habitual. La falta de información sobre los nutrientes y su papel en la terapéutica actual de las enfermedades neurológicas hace que los clínicos sean reticentes a emplear nutrientes específicos en patologías concretas. La identificación de las dosis óptimas de los nutrientes aislados, es algo a ser considerado en el diseño de los ensayos clínicos con grandes grupos de sujetos, y puede servir de guía en proyectos de investigación a gran escala. La hipótesis generalizada de que mejorando la dieta, podemos modular o enlentecer la progresión del deterioro cognitivo, va adquiriendo cada vez más fuerza, e intentar retrasar la aparición de enfermedades neurodegenerativas se está convirtiendo en un problema de salud pública. La farmacoterapia de las enfermedades neurodegenerativas se está convirtiendo en un problema de salud pública. La farmacoterapia de las enfermedades neurodegenerativas como la enfermedad de Alzheimer o la enfermedad de Parkinson produce efectos modestos en la mejora de la función cognitiva, y en lo que respecta a la evolución de la enfermedad, sus efectos son prácticamente nulos o imperceptibles, sin embargo, beneficios muy pequeños en este ámbito, pueden ser significativos e importantes en lo referente a la calidad de vida, tanto de los pacientes como de sus cuidadores. La aparición de nuevos antioxidantes que puedan modular o retrasar la aparición de las enfermedades neurodegenerativas, con nuevos mecanismos de acción y nuevos sistemas de administración a los pacientes son retos de futuro. La gran variedad de pruebas que se utilizan en los ensayos clínicos para medir las diferentes áreas cognitivas, hace muy difícil la evaluación y comparación de resultados entre diferentes estudios, por lo que sacar conclusiones para la práctica diaria puede ser un poco especulativo. Utili- zar pruebas estándar para determinadas áreas de la función cognitiva que hayan sido validadas en la práctica clínica, sería lo mejor para sacar conclusiones válidas y aplicables en el futuro