El dolor es un fenómeno intrínsecamente humano dado que acompaña de un estado psicoemocional sobre el que la enfermera debe incidir directamente para, entre otros objetivos, fomentar el bienestar del individuo. Desde la infancia, la persona aprende qué esperan y aceptan sus parecidos en lo relativo a las experiencias dolorosas. El individuo, de acuerdo a los valores culturales que conforman su "yo", aprende que estímulos se consideran dolorosos y el tipo de conducta que deben demostrar. Nuestra cultura nos enseña cómo actuar, responder, y hasta, demostrar el dolor.