Los implantes y las inyecciones depot (ID) de naltrexona (NTX) han experimentado un notable desarrollo desde que aparecieron los primeros implantes comerciales a mediados de los noventa. Específicamente los implantes de larga duración, capaces de proporcionar NTX en suero con niveles capaces de prevenir las recaídas durante unos 6 meses, han sido sometidos recientemente a las clásicas pruebas con control, con resultados positivos y, generalmente, significativamente superiores a la NTX oral o implantes de placebo o tratamientos estándar post desintoxicación. Además proporcionan niveles en sangre suficientes durante varios meses más para prevenir sobredosis por opiáceos. Por otro lado los índices de mortalidad a tres años son similares a los que están en programas de mantenimiento con metadona (PMM). Por lo menos serán necesarios 18 meses de abstinencia con el apoyo de antagonistas para normalizar los nuevos hábitos de comportamiento sin opiáceos y extinguir los viejos hábitos perjudiciales. Se discuten los antagonismos ideológicos que se dan, sobre todo en Australia, entre los protagonistas de PMM y los de implantes de NTX, concluyendo que ambos tipos pueden y deben coexistir. El principal obstáculo para la expansión de los tratamientos con implantes de larga duración no sería pues la falta de evidencia o de base teórica, sino la inexistencia de un fármaco con licencia. NTX parece que bloquea todos los opiáceos si sus niveles en suero son los adecuados; por otro lado debemos tener en cuenta su aparente falta de hepatotoxicidad. Algunos pacientes pueden necesitar niveles en sangre superiores y también puede ocurrir que usuarios habituales de opiáceos por vía venosa continúen inyectándose a pesar de no experimentar los efectos producidos por los opiáceos.