La exclusión de las mujeres de los centros del saber ha sido una constante desde tiempos remotos. Esta asimetría no se ha considerado injusta hasta el siglo pasado cuando algunas historiadoras introdujeron el concepto de «género» como categoría analítica para interpretar los hechos considerados históricos. En el siglo xx las mujeres consiguieron derechos civiles y la admisión en los centros de enseñanza superior; en la actualidad más de la mitad de los títulos expedidos por las universidades europeas los obtienen mujeres, sin embargo éstas no llegan a desempeñar el 18% de las cátedras. La comisión europea, preocupada por este desequilibrio, creo en 2001 la unidad «women in science» para analizar las causas que impiden a las mujeres progresar en el mundo científico y tecnológico. A pesar de los diez años de seguimiento mediante estudios estadísticos desagregados, de las múltiples publicaciones y recomendaciones para corregir la situación, la presencia de mujeres en las categorías más altas y en los puestos de responsabilidad sigue siendo muy baja.